Por Gabriel Princip.
Margarita Stolbizer calificó a Sergio Massa de “corrupto”, luego dijo que era “parte del narcotráfico” y en estos días dice que “el frente renovador es el lugar donde debo estar”. Las convicciones radicales, centroizquierda, centro derecha y aliada de conservadores saltan a la vista.
Elisa Carrió, Patricia Bullrich también han desfilado por cuanta agrupación fascista han encontrado. No son las únicas, quizás las más famosas en la actualidad. El peronismo también tiene sus personajes que tratan de ubicarse en el campo de la partidocracia para que el estado siga pagando sus cuentas. Todos profesionales de la política en el sentido exacto de la palabra. Todos habitantes de la chantocracia.
Siempre la palabra que emplearan para justificar sus pases continuos a diferentes equipos es el concepto estrategia. No son panqueques, ni traidores a su esencia ni olvidadizo de sus creencias democráticas sino simples estrategas de la política chica.
El pejotismo tampoco tiene mucho para decir. Luego de perder por escasos votos la elección del 2015 sus postulantes a dietas legislativas encontraron la vuelta para aislar al cristinismo y asociarse al amarillo PRO.
Líderes de la chantada perpetua como Bossio y Gioja debilitaron al peronismo siendo funcionales al presidente Macri. Mientras estos estrategas del estanciero, el T.E.G o la payana jugaban a la política, los millones de votantes que creyeron en ellos maldecían una y mil veces haberlos votado.
Pero la falla que tiene la política hoy en todo el arco político es la falta de convicción, principios, formación, preparación y honestidad intelectual. Cuantas veces mencionan la palabra pueblo, revolución, esperanza, pobres y cuantas veces las bastardean. Y lo hacen porque diseñan sus estrategias solo para el hecho electoral. Le importan poco las ideas, los colores partidarios y menos aun la gente.
Arturo Jauretche en una carta enviada a Amílcar Vertullo en julio de 1959 decía: “Hay que actuar en dirigente revolucionario y no en dirigente electoral, porque se trata de la disputa del poder. No podemos incurrir en el error de los radicales en 1945 y eso le ocurrirá fatalmente al que haga política en función del pasado. Por cuidar los votos, ellos se quedaron parados y cuando se dieron cuenta, los votos se habían ido. No importa donde están los votos ahora. Importa donde estarán para ejecutar un programa. El que está atento solo a lo que piensa la gente hoy, se quedara al margen de lo que pensara la gente mañana y aquí está la clave para saber quién es dirigente o no. Además, lo que piensa la gente no está dicho por lo que proclaman en voz alta, sino por lo que se dicen en voz baja y, aún más, por lo que no se dice y está en el subconsciente”.
Para tratar de ser claros, hace falta menos Bar la Paz y más calle. Menos twitter, menos face y más contacto personal, pero por sobre todas las cosas más espíritu revolucionario. Debemos encontrarnos con ese dirigente, ese revolucionario, aquel que nos recuerde a quien pronunció estas palabras: “Vengo a proponerles un sueño que es el de volver a tener una Argentina con todos y para todos. Les vengo a proponer que recordemos los sueños de nuestros patriotas fundadores, y de nuestros abuelos inmigrantes y de pioneros.
De nuestra generación que puso todo y dejo todo, pensando en un país de iguales, pero yo sé y estoy convencido en que esta simbiosis histórica vamos a encontrar el país que nos merecemos los argentinos. Anhelo que por estos caminos se levante a la faz de la tierra una nueva y gloriosa nación, la nuestra. Viva la patria”.