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Magnicidios

Por Gabriel Princip

El presidente Macri realizó un breve discurso en la Ciudad de Mar del Plata el pasado 12 de agosto. En el barrio Belisario Roldán la policía reprimió a unos manifestantes que protestaban por la política económica. El acto duró cinco minutos,  se retiró junto a la gobernadora María Eugenia Vidal y en ese instante volaron piedras contra el auto presidencial.

La policía no reprimió la violencia sino que la agresión se produjo después de la represión. Por la mañana en Casa Rosada se había detectado un llamado que proclamaba “Si no se abonaba un millón de dólares explotaría una bomba”. Una amenaza  similar se produjo el 14 de julio. Ya se registraron  11 mil amenazas en 8 meses, según confirmó la ministra Bullrich.

Investigar quién está detrás de tanta inseguridad seria lo correcto. Claro que una cartera que maneja la montonera mandato cumplido es poco creíble. El presupuesto en seguridad aumenta  día a día y algún mal pensado preguntaría, ¿No serán ellos? Claro, un mal pensado.

El presidente Mauricio Macri puede convertirse en el ejecutivo menos querido de la historia, ya en 8 meses, la imagen bajó un 30 por ciento, una señora lo empujó en Córdoba, las piedras volaron en Mar del Plata y las amenazas pasaron las 11 mil. No se cuenta que en los actos presidenciales solo hay gente para reclamar.

El magnicidio no se descarta en países como Estados Unidos. De hecho hubo cuatro. Abraham Lincoln (1865), James Garfield (1881), William Mc Kinley (1901) y John F. Kennedy (1963). Destacándose que los asesinos siempre respondieron a intereses del país, el más notable fue el de JFK cuya causa está cerrada hasta el año 2032.

En la Argentina, hubo intentos de magnicidios pero todos fracasaron y todos se produjeron en los últimos días de poder de cada uno de los tres presidentes. Ellos fueron Sarmiento, Roca e Yrigoyen.

El caso de Domingo Faustino Sarmiento se produjo la mañana del 23 de octubre de 1873 cuando salió de su domicilio ubicado en Maipú entre Tucumán y Temple (hoy Viamonte) en su carruaje rumbo a la casa de Dalmacio Vélez Sarsfield sito en Cangallo (hoy Perón). Al cruzar Corrientes, dos sujetos hicieron fuego sobre el rodado sin consecuencias. El cochero apuró el paso y llegó, recién ahí se enteró Sarmiento del atentado. El presidente era sordo.

El 10 de enero de 1886 el presidente Julio Argentino Roca salió de la casa Rosada junto a su gabinete rumbo al congreso, en esos tiempos estaba ubicado enfrente de la casa presidencial. Roca iba a inaugurar las sesiones del último año de su mandato, antes de llegar a la puerta un sujeto se le abalanza y le tira una piedra. No tuvo un resultado positivo, repite la agresión y es detenido.

El 24 de diciembre de 1929 Hipólito Yrigoyen sale de su domicilio en la calle Brasil en dirección a la casa Rosada. A su lado el comisario, en  la conducción del auto un policía. A los pocos metros  salto un sujeto sobre el auto e hizo fuego sin resultado positivo. Los policías bajaron y acribillaron al delincuente.

En todos los atentados no había  grandes intereses detrás de cada delincuente y todos se produjeron cuando los gobiernos culminaban. El caso Macri es distinto. Intereses hay, no sabemos quién es quién en el mundo del poder, tampoco sabemos si el gobierno no miente cuando habla de 11 mil amenazas. ¿Se calcularán aquellas en las redes sociales? No sabemos. También sabemos que la política ejercida por el ejecutivo es nefasta para las grandes mayorías y la grieta se amplía día a día.

Argentina no es Estados Unidos, pero se quiere parecer. El magnicidio no es común en nuestro país, de hecho solo hubo intentos que fracasaron todos. Hoy  la situación social se hace cada vez más tensa, la justicia no está de moda y la oligarquía disfruta la indigencia de las mayorías. Hoy el presidente no representa a quienes lo votaron y menos aún al pueblo todo, hoy representa intereses de minorías cuyo objetivo no tiene bandera, ni patria, ni soberanía y menos aun justicia social.

Falta mucho para completar el mandato y Macri no tuvo una luna de miel política. El plan seguirá  hambreando al pueblo y la situación social llegara en algún punto donde el estallido será inevitable. Los amarillos tienen el poder, están a tiempo, pueden corregir el plan económico. De no ser así, nada será previsible en la Argentina.

 

 

 

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