Por Gabriel Princip
Después de 12 años de un gobierno de corte nacional, modelo económico inclusivo y ampliación de derechos llegó al poder la derecha. Macri, en vez de seguir un plan que aliente al mercado interno y preserve derechos, invirtió la carga de la prueba.
Decidió armar un plan excluyente, foráneo y represivo. Para consolidar el proyecto que causa hambre y miseria decidió aliarse con los medios dominantes y la justicia para exponer y perseguir a Cristina Fernández a través de causas fabricadas. En una palabra, la historia pretende ser cambiada, pues quien cumpla 15 años en cinco años estudiará que Macri vino para salvarnos de la corrupción K.
Rodolfo Walsh supo decir: “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los humildes no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe comenzar de nuevo, separada de las luchas anteriores, la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como la propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas”.
Por su parte, Claudio Díaz en su obra “Manual del anti peronismo ilustrado” dice: “La apropiación por parte de la oligarquía de la “redacción” de nuestra historia, persiguió como fin impedir, a través de la desfiguración del pasado, que los argentinos poseamos las herramientas y la capacidad para pensar y realizar una política nacional, es decir, propia. Porque como sostenía Arturo Jauretche, “para una política realista, la realidad está hecha de ayer y de mañana, de fines y de medios, de antecedentes y consecuentes, de causas y concausas. Véase entonces la importancia política del conocimiento del presente, y el desconocimiento del presente lleva implícita la imposibilidad de calcular el futuro”.
Hoy Macri es el presidente, el que está reconstruyendo el país después de tanto desfalco ocurrido en la gestión anterior. Este pensamiento es el que sostiene el poder con la ayuda de los medios dominantes. Y mientras se transmite en cadena cualquier insólita causa en contra de los k, todo lo que diga el oficialismo se valida. Y como será la cosa que el presidente en un reportaje con su amigo Jorge Lanata declaró: “Acá se acabó la joda, todos deben pagar sus impuestos y declarar todo”, claro su amigo no le recordó el tema de los papeles de Panamá. Y si, nadie es perfecto, el bueno de Jorge se olvidó de preguntar.
Y lo que está pasando ahora no es nuevo, la historia desde el poder siempre se construye en torno a la oligarquía. Claudio Díaz dijo: “En el taller de armado de “su” mundo, los hombres y las mujeres de la política argentina que desde 1810 definen, en cada etapa histórica el contenido de gobierno, llevan puesta una etiqueta de fabrica que a esta altura ya esta apolillada, pero que sin embargo persiste por la supremacía que ejerce ese cenáculo oligárquico en el aparato comunicacional, Bernardino Rivadavia, el primer mandadero de la corona británica que introduce la deuda externa en la Argentina, es un visionario, Rosas en cambio, enemigo del libre comercio y tirano. Mitre, todo un estadista, Perón un déspota populista”.
Y así se escribe la historia, con los ganadores parciales y aquellos que hacen de la alcahuetería imperial un modo de ser. Pero a pesar de los medios, de los periodistas pautados siempre el mundo se divide en dos, Platón en su alegoría de la caverna diría hay un mundo sensible y un mundo inteligible. En ese mundo sensible se encuentra el pueblo, ese que hoy recuerda un juguete o una máquina de coser que Evita regaló, un aguinaldo, una jubilación, una sonrisa, una sensación de Perón. Más tarde el ama de casa se encontró con una jubilación, un satélite argentino, un chico que se vacunó, un grande que estudió, todo eso y un poco más no se olvida muy a pesar de la historia que arma el poder para justificar el latrocinio y la injusticia.