Por Gabriel Princip
La soberanía nacional se menciona en forma cotidiana gracias a la nueva intromisión de los fondos buitres en la mesa de los argentinos. Diputados que hasta el año pasado era buenos muchachos, hoy son señalados.
Claro, el modelo cambió. La economía no es más proteccionista, hoy es liberal. Se terminó eso de la economía al servicio del hombre. Hoy es al revés.
“Se sigue adoctrinando sistemáticamente en la enseñanza de la historia para lo cual los réprobos son los que defendían la soberanía y los próceres los que la traicionaban para fines institucionales”, dijo Arturo Jauretche.
Nunca algo tan fácil de probar. Aquellos que cerraron las puertas de los entes financieros mundiales son vilipendiados mediáticamente, hablamos de Perón, Isabel, Néstor y Cristina. Ellos no acordaron con el fondo, sin embargo, Rivadavia, pasando por Mitre y hasta Martínez de Hoz y Menem siempre fueron bien tratados por la prensa y la justicia.
En los 40´ Evita se dirigía a las multitudes desde el alma: “En la vida argentina ya no hay lugar para el colonialismo económico, para la injusticia social ni para los traficantes de nuestra soberanía y nuestro porvenir”. Claro que Cristina leyó a Evita, Prat Gay y Macri solo entienden de la soberanía de sus patrones, no de su patria.
El gobierno anterior supo defender sus intereses y nuestra soberanía durante 12 años y vemos como en 90 días el oficialismo hizo trizas el sueño de un país independiente. El trabajo de deshacer un país y convertirlo en factoría se lleva a cabo en forma rápida y lapidaria.
El Che Guevara alguna vez dijo que: “La soberanía nacional significa, primero el derecho que tiene un país a que nadie se inmiscuya en su vida”. Tampoco leyeron al Che nuestros funcionarios. Hoy Paul Singer y el juez Griesa meten sus narices a diario y no sería de extrañar que exista algún proyecto de algún diputado PRO para hacerles un monumento en vida y ponerle sus nombres a dos avenidas.
El filósofo Francis Bacon explicó que la “Soberanía del hombre está oculta en la dimensión de sus conocimientos”. Si Bacon tiene razón ahí nos explicamos porque Macri le importa nada la soberanía.
Este concepto sigue sobrevolando redacciones y legislaturas. La opinión publicada hace oídos sordos al pedido de un pueblo y escasos dirigentes que claman para que no se entregue el país atado de pies y manos. El oficialismo, al igual que algunos opositores, se olvidaron rápidamente de la gente, hoy su objetivo es cumplir con el poder.
Arturo Frondizi dijo alguna vez: “Las necesidades materiales llevan a los países a hipotecar la riqueza colectiva y a comprometer la autodeterminación nacional. La soberanía de una Nación requiere unir los valores de la independencia política a los del real y pujante desarrollo económico. Sin esos elementos carece de base y por consiguiente de solidez”.
Para el pueblo, la soberanía es la escarapela, la bandera, la selección de futbol, la energía, la pasión y la política que habla su idioma, que canta sus canciones y que lo hace feliz. Por eso quien lo supo interpretar fue Perón: “La felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación se fundan en la justicia social, la independencia económica y la soberanía política”.