Por Kurt Winkels
Amaneció el 2016 con reuniones entre funcionarios K y Sergio Massa. Nada nuevo bajo el sol de centenares de operaciones mediáticas. Macri gastó los DNU y observamos el poder de un triple de jamón y un mate para que un diputado K negara a Cristina tres veces y dividiera la representatividad del 49 por ciento.
El congreso tiene bloque K y bloque PJ. Los medios dominantes invitan al peronismo civilizado para que en medio de tibias críticas vayan acompañando a un Macri desesperado para que termine el primer tiempo.
Pero este caso no fue la primera traición en la política ni será la última. El apellido Borocotó pasó a ser un verbo en el diccionario e indica una tentativa de paso de un partido a otro. Patricia Bullrich hizo una marca de su apellido para ser funcional a cuanto partido le de un cargo.
Mas en los 90´ pudimos observar como el Chacho, justificadamente, abrió una grieta en el menemismo con su “grupo de los ocho”. Y así en cada partido político después de una derrota, el pragmatismo fue el eufemismo de una traición esperada, criticada y pronto olvidada.
En la antigüedad estos hechos eran moneda corriente pero hay uno emblemático que todo historiador recuerda.
Entre el 147 y el 139 AC, Viriatto un pastor lusitano derrotó en varias oportunidades al ejercito romano. Todo un estratega. Venció a Cayo Vetillio, Cayo Plancio, Unimanus, y Cayo Vigido, todos enviados por Roma para asesinarlo.
Cuando los romanos veían que era invencible mandaron a Serviliano Cepion para llegar a un tratado de paz con Viriatto, pero el senado romano no quiso ratificarlo y así Marco Pompilio pudo sobornar a Audax, Ditalco y Minurus que habían sido enviados por Viriatto al campamento romano para firmar la paz.
Estos últimos mataron a Viriato mientras dormía. Cuando fueron en busca de la recompensa prometida por Marco Pompilio, el cónsul Escipion ordenó que fueran ejecutados por traidores al tiempo que en su cara les dijo “Roma no paga traidores”.
Quizás Bossio no acuse recibo porque esta historia es muy antigua para su conocimiento, o quizás la desconozca por su ideología liberal. Pero no tan viejo ni tan reciente pero si muy peronista se le puede contar que lo hicieron Scalabrini Ortiz y Jauretche.
Los dos fueron forjistas, luego peronistas y funcionarios del gobierno de Perón pero con criterio propio. Tal es así que también le renunciaron a Perón sin ir a formar parte de la oposición. Otra época, otro estilo, otra formación. Dice Norberto Galasso en su libro “Los hombres que reescribieron la historia”
En plena crisis del gobierno de Perón en 1954, tanto Jauretche como Scalabrini Ortiz recibieron propuestas de sumarse a la conspiración, porque los ven marginados del gobierno y creen que se van a sumar a la conspiración para derrocar al gobierno. Scalabrini da una buena enseñanza de cómo hay que manejarse en estos casos. El les dice que de ninguna manera va a participar, que el país lo necesita a Perón. Y dice: “No debemos olvidar en ningún momento, cualesquiera sean las diferencias de apreciación, que las opciones que nos ofrece la vida política argentina son limitadas. No se trata de optar entre el general Perón y el Arcángel San Miguel. Se trata de optar entre el general Perón y Federico Pinedo”. Pinedo era el ministro que simbolizaba todas las entregas de la década infame. “Todo lo que socava a Perón fortifica a Pinedo, en cuanto simboliza un régimen político y económico de oprobio y un modo de pensar ajeno y opuesto al pensamiento vivo del país”. Y rechaza la participación.
Por su parte, Jauretche es hablado por Tedin Uriburu a su casa, a tomar un café y le dice, junto con otros hombres de derecha, lonardistas iban a ser después, que “esto es insoportable y que hay que dar el golpe”. Y Jauretche les dice: “ustedes siempre fueron golpistas. En el 30´, en el 43´ y ustedes son golpistas pero resulta que hacen un golpe que después se lo usufructúan los demás. Porque en el 30´ hicieron un golpe y lo usufructuó Justo, porque Uriburu le entregó el poder a Justo, que era un liberal. Y en el 43´ hicieron un golpe y después se lo usufructuó Perón”. Entonces Tedin Uriburu le dice: “No, no, doctor. Yo comprendo lo que usted dice, pero… acá hay una confusión. Nosotros en el 30 éramos chiquilines cuando hicimos el golpe, y en el 43´ éramos hombres que estábamos madurando, pero tampoco teníamos el conocimiento que tenemos ahora”.
Y Jauretche les dice: “No, yo no voy a participar, porque ustedes en el 30´ y en el 43´ y en el 54´, pelotudos fueron siempre”.
Traiciones en la historia hubo siempre, cargos, 30 monedas y hasta triples de jamón, pero convicciones para rechazar fueron pocos los momentos. Los hombres del pensamiento nacional si fueron protagonistas de algunos de esos instantes gloriosos.