Centenares de análisis se han publicado sobre la reunión que mantuviera el sábado último el Papa Francisco y Macri. Ninguno favorable para el presidente. Los medios europeos utilizaron el adjetivo “fría”, los dominantes argentinos justificaron la falta de alegría papal en su cansancio o su estado febril, y escasos medios argentinos calificaron la reunión con información.
Lo cierto es que a los cinco minutos de la reunión el Papa tenía una expresión de “Ya te vas”, que Mau supo entender y llego hasta el minuto 22 donde Francisco dijo, gracias por venir.
El Papa no espero ansioso este mitin. Motivos, varios. En primer lugar nunca le intereso el triunfo de Macri, de hecho no lo saludo por la victoria. Tampoco le simpatizo las declaraciones de un joven diputado porteño que lo califico de setentista y menos aún las de Durán Barba cuando dijo “el Papa no trae votos”.
En abril del año pasado Francisco declaró: “hasta que no se logre la distribución equitativa de la riqueza no se resolverán los males de nuestra sociedad”. El mensaje papal por el mundo nada tiene que ver con el macrista y a eso hay que agregarle el acompañamiento inoportuno que llevo el presidente argentino.
El pontificio Guillermo Karcher declaró: “No podría haber hecho más esfuerzo para provocar”. La frase clerical tiene una explicación. Roxana Bertone, gobernadora de Tierra del Fuego, es pariente cercana de Tarcisio Bertone, cardenal italiano, secretario de estado de Benedicto XVI que trabajo incesantemente para que Bergoglio no fuera Francisco. Hace seis meses fue despedido por el Papa.
El gobernador mendocino Cornejo, recortó las subvenciones para escuelas católicas en su provincia.
El gobernador salteño Urtubey, el último invitado y el más cuestionado. Su provincia es el paraíso narco. Concejales vinculados a la droga al igual que diputados y ex gobernadores son vox populi. El obispo de Oran Gustavo Zanchetto, acusó a Urtubey de no ayudar a combatir el narcotráfico, sobre todo en esta ciudad y Salvador Mazza. Cabe destacar que el tema de la droga se abordó en la reunión y pasó un momento muy incómodo el joven salteño.
También se habló de Milagro Sala y no para acusarla, sino para defenderla. O sea, la comitiva organizada por el jefe de gabinete Marcos Peña fue un fracaso y un presidente normal ya la hubiera pedido la renuncia por semejante papelón internacional.
Chesterton dijo: “La iglesia nos pide que al entrar en ella nos quitemos el sombrero, no la cabeza. Macri no pensó en Chesterton y menos aún en Albert Einstein cuando dijo: “el azar no existe, Dios No juega a los dados”.
El presidente argentino sigue creyendo firmemente en el círculo rojo y que cualquier acto suyo debe prevalecer la impericia y la irresponsabilidad. El “no pasa nada” debe ser su frase de cabecera.
El Papa alguna vez dijo: “la hipocresía es el lenguaje de los corruptos”, y como buen jesuita que es, cree en lo que dice y como sagitariano no olvida sus dichos y los pone en práctica.
El Papa detesta el modelo que impera en la Argentina. No por nada se aburrió se recibir en largas tertulias a Cristina. También recibió a Milagro Sala y por casi una hora. Esto no quiere decir que Francisco es K, sólo reafirma que Francisco es cristiano.
Al igual que Borges coincide con el escritor cuando declaró: “Yo creo que es mejor pensar que Dios no acepta sobornos”.
Macri ideológicamente está en las antípodas del Papa, al igual que Elisa Carrió, los empresarios, y los medios dominantes que mandan a sus cadetes a justificar la reunión y prohíben a sus primeras espadas decir la verdad.
Al mismo tiempo los medios lanzan al campo de batalla a su legión de idiotas en las redes sociales a insultar al líder católico.
“El cristianismo podría ser bueno, si alguien intentara practicarlo”, dijo alguna vez Bernard Shaw. Tampoco Macri lo leyó, y Duran Barba lo ignoró. Pero los análisis políticos caerán derrotados sino entienden que la reunión no alcanzó el éxito deseado por el gobierno por la falta de cristianismo del modelo neoliberal.
Francisco con gestos, escases de sonrisas y ausencia de alegría intenta decirle a la oposición porque camino tomar. El resto depende de los dirigentes y ni siquiera de Dios porque este, como decía Chamfort, “lo único que impide a Dios mandar un segundo diluvio es porque el primero fue inútil”.