El presidente Barack Obama visitará la Argentina el 23 y 24 de marzo. La noticia de tapa del día 24 de marzo no será un nuevo aniversario del inicio del genocidio político más importante que haya conocido el país. La nota será la visita de nuestro amo, perdón, del presidente yanqui.
Claro que habrá marchas, gente triste, preocupada y algunos sonrientes que dirán: “Gracias al negro le volteamos una bandera”, esos serán los menos.
Pero si por un instante salimos de lo cotidiano, del día a día y observamos el mapa latinoamericano y con algo de memoria las imágenes se nos presentarán de la siguiente manera.
Entre el 2003 y el 2003, América era el continente admirado, baja desocupación, trabajo, crecimiento, consumo, alegría y una unidad de pensamiento criollo. El desempleo, la deuda externa y la tristeza era un mal recuerdo. En esos tiempos se visitaba La Plaza, se hablaba de cultura, los pueblos originarios eran respetados, la ciencia tenía su valor y nos enteramos que teníamos orbitas para recorrer con nuestro satélites, jugábamos en primera.
Pero todo tiene un final, todo termina. De repente, un fiscal que muere y Obama que espía a sus países enemigos. Dilma empezó a discutir con el hombre de color, el motivo: EE.UU había espiado a Brasil. Tiempo más tarde, se descubría hechos de corrupción entre el poder político y el empresariado. Fue Obama.
Hoy el gobierno popular está en serios aprietos. Los medios dominantes hicieron de una líder alguien irreconocible. En la obtención de la información tuvo que ver Obama, los medios fueron cómplices y la víctima, el pueblo.
Este relato también se instaló en Ecuador, Chile y Bolivia. Ya Venezuela venía sufriendo a los agentes del imperio. En el camino quedaron Perú y Paraguay. Uruguay nada, siempre dual y nunca soberano.
De a poco, el continente envidiado hasta hace poco tiempo, se derechiza y se empobrece. Y no es casualidad. Mucho tuvo que ver el imperio y sus cómplices. Pero para ser claro en las responsabilidades, Obama obedece al mandato de las corporaciones supranacionales encubierto en el voto popular y soberano. Sus cómplices, también fueron elegidos y hoy mediante la alianza con la justicia y los medios mienten a sus representados en la realización de la revolución mejor planeada de los últimos tiempos. Una revolución ideada por la derecha, la revolución de la mentira.
Con esta herramienta los habitantes de este continente transitan el camino a la pobreza y a la pérdida de derechos, camino que durante 12 años se pudo evitar.