No hace falta tener un máster en ciencias políticas para darse cuenta que el objetivo principal del gobierno liberal encabezado por Mauricio Macri es hacer de la Argentina una factoría al servicio del imperio vía corporaciones supranacionales, traducido al peronismo, sería arrodillarnos a la oligarquía.
Pero para llegar a este fin primero este gobierno intentará desperonizar el país. Pruebas al canto son la cantidad de denuncias por corrupción iniciadas por la justica aliada del gobierno. Nadie sabe a ciencia cierta si las denuncias son veraces pero los medios no dudan en utilizarlas para hacer trizas el honor de cualquier dirigente que haya habitado el gobierno K.
Cabe señalar que este procedimiento no es nuevo. En 1955 la revolución fusiladora se encargó de denostar al peronismo con películas, captación de medios, obras de teatro y la herramienta sublime del almirante Rojas, el decreto Ley 4161 que prohibía y castigaba con cárcel a quien hiciere mención de cualquier concepto que refería al peronismo.
A fojas vista observamos que Rojitas se hizo acreedor a un gran fracaso. Sobre el objeto de desperonizar existe alguna literatura. Cuenta Gino Germani en su obra Política y Sociedad en una época de transición editado en 1971 que “la llamada desperonización de la masa de las clase populares argentinas constituye una cuestión de educación e información”.
Ahora bien, esta síntesis de Germani proviene de una extensa explicación. “Las masas peronistas se han transformado en los eternos educandos de los últimos treinta años de nuestra historia. La izquierda estructuralista, por ejemplo, aconseja a los intelectuales peronistas “abandonar su populismo”, entendido al modo de “creer en lo que el pueblo cree”, y no confundir esas creencias populares, ese vago sentir peronista, con la teoría de la revolución, pues esto implicaría confundir al objeto empírico con el objeto de conocimiento”.
Igualmente Macri no leyó a Germani. El presidente cree que la derecha es la solución para este país y un movimiento populista como el peronismo es, al decir de algún militante de la clase media, una maldición.
Por eso transita otro camino pero la meta es la misma. Desperonizar es el verbo que conjuga Mau cuando se reúne con el círculo rojo. Para llegar a tamaña meta no le interesa ni la educación ni la información, como simplifica Germani. Macri entiende la política desde otra visión y esta le indica que primero debe empobrecer al pueblo con medidas económicas que solo favorezcan a sus amigos del ámbito empresarial y, al mismo tiempo, utiliza a los medios para demonizar a cualquier dirigente K. El plan es casi perfecto y es casi porque hay detalles que no toma en cuenta nuestro presidente.
En principio que la violencia, el empobrecimiento y la persecución como herramienta para lograr el objetivo desperonizador fue utilizado en 1955 y en 1976 y como vemos fracasó. Y el otro detalle es que no han contemplado ni medido hasta donde aguantará la clase media con tantas medias económicas en su contra. Por ahora, la conforman con un proceso a Aníbal o una persecución a Cristina pero cuando la media clase se fastidie con los tarifazos, impuestos y ajuste fiscal y no encuentra la manera de lograr el progreso económico, otro gallo cantará.
En ese momento, Macri dejará de tener ojos azules y la excusa del escaso tiempo en el gobierno habrá vencido.
Desperonizar el país es una tarea ardua, con escasas posibilidades de éxito seguro y con una historia de fracasos que nadie puede negar. Macri no duda en su objetivo pero esta difícil tarea no será fácil de llevar a cabo y es más probable que abandone el gobierno sin éxito en el objetivo que le trazó el círculo rojo.