Escuchamos decir muchas veces que en nuestro territorio conviven dos argentinas: La oficialista por un lado y la opositora por el otro. Ambas se consideran justas y equilibradas y con su cuota de aceptación, porque aunque el oficialismo gane por el 50 % no cabe duda que el resto tiene su espacio y como tal puede alzar su voz de descontento.
Es muy difícil que las dos fracciones puedan coincidir porque hablan distintos idiomas, en el tema de subsidios por ejemplo mientras por un lado se ve la mano extendida para auxiliar al necesitado, el otro piensa que se están alimentando vagos, lo propio ocurre con la recuperación de YPF y Aerolíneas, el Fútbol para Todos, la renegociación de la deuda, la distribución de impuestos, el uso de los fondos del ANSES y tantas otras cosas.
En las conversaciones cotidianas y de eso se trata cuando hablamos de dos países en un mismo suelo, no faltan las acusaciones cruzadas, a la par que brilla por su ausencia la discusión de ideas y proyectos. Los unos le echarán la culpa a los otros, pero jamás se van a poner a debatir porque parten de presupuestos distintos.
Hay muchos que piensan que habría que cerrar las fronteras a los bolivianos, paraguayos y peruanos, porque viene “lo peor” y hay muchos de esos muchos que tienen sus hijos viviendo en Europa, sin preguntarse qué opinan los alemanes, los franceses o los españoles de RAJOY sobre los sudacas.
En este último punto y en el tema de los subsidios que mencionamos, las posiciones son irreconciliables y lamento decir que no veo solución cercana. El que debe abandonar su país, para venir a la Argentina o para irse al Viejo Continente, debe soportar el desarraigo aunque logre bienestares económicos; lo mismo debemos decir del que sufre porque no tiene ingresos y debe alimentar a su prole. Mientras no estemos en la piel de cada uno de ellos, u ocultemos a sabiendas nuestras miserias, es muy difícil acordar.
Un abrazo: GARCILAZO