Habitualmente se dice, para justificar cualquier acto político, que el dirigente proviene de la sociedad y en las últimas décadas, para promover cambios a los oficialismos, se destaca la nueva política en reemplazo de la vieja.
Por Gabriel Princip
Claro que definimos por joven lo nuevo y por viejo lo antiguo. Pero, ¿Qué es ser viejo? ¿Cuándo lo somos? y ¿Por qué está bien serlo y cuando llegamos a la política es un adjetivo negativo a la campaña?
La vejez es la cualidad de viejo y en términos cuantitativos es cuando se supera los 70 años. García Márquez supo decir alguna que “la vejez es un pacto honrado con la soledad”, también alguien pensó en voz alta y reflexionó diciendo que “los primeros 40 años de nuestra vida nos dan el texto, los siguientes 30, el comentario”.
Lo cierto que la vejez es, en la práctica, un cúmulo incesante de experiencias vividas. Este hecho empírico se veía con agrado en la Antigua Grecia pues ellos eran los maestros, los que otorgaban conocimiento y en la política ocupaban el cargo de senadores.
Con el devenir de los tiempos la vejez actuó como un adjetivo calificativo negativo y la juventud, en contrario, es positiva. ¿Cuántas veces hemos escuchado del candidato es del partido tal o cual , y es joven como si eso garantizara conocimiento y eficiencia en la tarea a realizar?.
Por ahora, envejecer es todavía el único medio que se ha encontrado para vivir mucho tiempo. La política hoy se nutre de juventud por cientos en el partido mayoritario, pero es conducida por la experiencia de aquellos dirigentes que han alcanzado la maduración correcta. La energía juvenil está colocada al servicio del saber conductor. Con esa fórmula se van resolviendo antiguos problemas como la deuda eterna y se van creando focos nuevos de realización política para llegar al desarrollo del país.
Se copan plazas para la alegría, el festejo o el baile, se toman colegios con rebeldía para pedir por un mejor bienestar pero la conducción hacia el objetivo a lograr depende de una mujer experimentada con una mesa chica de conocimiento y sabiduría.
La combinación es la fórmula exacta. En cambio, en aquellos que promueven el recambio generacional o el cambio de políticas a realizar el factor común es la vejez. Hombres y mujeres que tienen conocimiento pero con ideales conservadores donde la juventud es escasa. Mujeres que gritan en los parlamentos, que duermen en los canales de noticias y hombres clavados a la silla de la justica donde la energía juvenil no sobra.
Algunos armaron la rama joven apurados por los tiempos y viendo que ese espacio lo perdían generacionalmente. En ese apuro convocaron a aquellos que se sienten fracasados en la vida por no poseer la Play 4 y salieron a pasear por las calles con un globo en la mano. Confunden la actividad política juvenil con un pelotero. Y para defender este simple acto lo califican de rebelde y alegre para mostrar otro rostro en la política de hoy. En el barrio decimos que es una gilada, pero si creen que ir con jun globo amarillo lo hace sentir el Che Guevara entrando a la Habana para derrotar a Batista, adelante.
Aunque digamos que la vejez es faltante de energía y que la juventud obra en contrario, cuando lo llevamos a la política no actúa en forma directa y proporcional. La vejez existe cuando empieza a decir “nunca me sentí más joven” pero la eficiencia en la política no depende de una edad exclusiva de la vida.
La nueva política que nos explican algunos es la política de siempre con intérpretes más jóvenes. Pero la más eficiente pasa por la combinación adecuada. El conductor debe ser de alma y conciencia juvenil pero con un valor empírico que el joven a pesar de su cuerpo y energía no posee.
La Cámpora no es una solución integral, cumple un determinado rol al igual que los jóvenes de cada partido. Y aquellos candidatos con pocas décadas en sus espaldas tampoco son la solución, cuando enfrentan a quienes manejan el poder real del planeta no tienen la paciencia, el saber y la astucia de alguien con mayor recorrido en la vida.
Hoy los candidatos que ofrecen el oficialismo y el macrismo se hallan en el punto exacto en lo que edad se refiere. Uno se diferencia de otro por su mayor capacidad en las lides políticas, Massa puede llegar a igualarlos pero todavía no es su tiempo. El resto, el resto bien gracias.
Jóvenes y viejos se diferencian solamente por los años acumulados y no por su capacidad. Por eso y, para terminar, uno llamaría a reflexionar sobre la edad de cada uno y para ello la presencia del filósofo ingles Francis Bacon es indispensable cuando decía sobre los adultos mayores: “vieja madera para arder, viejo vino para beber, viejos amigos en quien confiar y viejos autores para leer”.