“La Coordinadora de Estudiantes de Base (CEB), que reúne a los centros de los secundarios porteños, mantiene desde el viernes tomadas las escuelas artísticas Aída Mastrazzi, Rogelio Yrurtia, Lola Mora y de Cerámica 1, a las cuales se sumaron los colegios Mariano Acosta, la técnica Fernando Fader, el Lengüitas (Spangenberg) y el Julio Cortázar, contra la aplicación del nuevo programa de estudios, aprobado en 2013 y en reclamo de mejoras en la infraestructura de los establecimientos” (publicado hoy en el portal de Página 12).
La dirigente del Colegio Nacional Buenos Aires Sol GUI sostuvo que el nuevo esquema de enseñanza media “privatiza la educación y esta degradación de la currícula y los títulos hizo que se aumentara el presupuesto para las escuelas privadas» (…) «Desde el Ministerio de Educación nos responden que atienden la oferta y no la demanda, respecto a nuestros reclamos» remarcó (publicación mencionada).
El Niño MAURICIO sabe que este no es un problema con trascendencia electoral para la Ciudad de Buenos Aires, porque la gran mayoría de sus habitantes envían a sus hijos a colegios privados, por eso no se preocupa en atender estos reclamos, obsérvese que no tiene divulgación en los medios periodísticos hegemónicos, pero será una cuestión a atender en el futuro, si es que pretende ser gobierno, porque no todo el país tiene la misma reacción.
El movimiento estudiantil es tanto o más importante que el movimiento obrero, porque los jóvenes tienen la fuerza revolucionaria ínsita, además cuentan con estrategia, originalidad y justo es decirlo con inteligencia autónoma; mientras que los trabajadores condicionan su inteligencia (que no es menor) a un necesario salario, lo que le pone límites ante la posibilidad de un perjuicio en el sustento familiar.
Chile, el país más desigual de Latinoamérica, donde históricamente se experimentaron las más crudas pruebas del neoliberalismo internacional, se está revelando a través de su estudiantado, tratando de imponer cambios que van más allá de la nacionalización educativa, llegando incluso ahora a propiciar una reforma constitucional para desterrar definitivamente los principios impuestos por Augusto PINOCHET durante la etapa más negra de la historia trasandina. Los jóvenes ya lograron que Sebastián PINERA deje el poder con total descrédito y ahora le marcan el camino a una BACHELET bienintencionada pero totalmente condicionada por los grupos de poder.
Yo le diría al Ministro de Educación porteño Esteban BULLRICH que cuide las formas y le preste atención a estos reclamos, porque los muchachos tienen mucho tiempo para seguir luchando y nunca es bueno tenerlos en contra.
GARCILAZO