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La piel de cebolla como escudo solar: un avance vegetal que podría bloquear la radiación ultravioleta.

Un equipo de investigadores europeos ha descubierto que las capas externas de la cebolla roja, habitualmente descartadas como residuo orgánico, poseen propiedades excepcionales para bloquear la radiación ultravioleta. Este hallazgo, publicado en ACS Applied Optical Materials, podría revolucionar la protección de las células solares y ofrecer una alternativa sostenible al uso de plásticos derivados del petróleo.

 Protección ultravioleta superior

El estudio, liderado por científicos de las universidades de Turku y Aalto (Finlandia), junto con Wageningen (Países Bajos), comparó cuatro filtros solares elaborados con materiales biobasados. El más eficaz fue una película de nanocelulosa teñida con extracto de piel de cebolla roja (Allium cepa), que logró bloquear el 99,9% de la radiación UV por debajo de los 400 nanómetros, superando al filtro comercial estándar de plástico PET.

Además de su capacidad para filtrar la luz dañina, este material permite el paso de más del 80% de la luz visible e infrarroja (entre 650 y 1100 nanómetros), manteniendo su eficacia durante más de 1000 horas de exposición continua a luz artificial, equivalente a un año de sol en Europa Central.

 Aplicación en células solares DSSC

La investigación se centró en células solares sensibilizadas con colorantes (DSSC), conocidas por su eficiencia en condiciones de baja luminosidad pero vulnerables a la radiación UV. El nuevo filtro vegetal podría extender su vida útil hasta 8500 horas, frente a las 1500 horas que ofrece el filtro comercial actual.

Otros materiales probados, como la lignina y el hierro (III), mostraron resultados aceptables a corto plazo, pero perdieron eficacia con el tiempo. La lignina, aunque efectiva contra los rayos UV, oscurece el filtro, impidiendo el paso de luz visible. El hierro, por su parte, presentó buena transmitancia inicial, pero decayó con el envejecimiento acelerado.

 Proceso de fabricación y potencial tecnológico

El método de producción es sencillo: las pieles de cebolla se hierven en agua ligeramente ácida para extraer pigmentos ricos en antocianinas. Estos se incorporan a películas de nanocelulosa obtenidas de la madera de abedul, generando un film flexible, biodegradable y con propiedades ópticas sobresalientes.

Este avance no se limita a la energía solar doméstica. Los investigadores señalan que estas películas podrían aplicarse en tecnologías emergentes como las células de perovskita, dispositivos electrónicos biodegradables e incluso envases alimentarios inteligentes con sensores solares integrados.

 Ciencia inspirada en la naturaleza

El uso de tintes vegetales para protección solar tiene antecedentes históricos, desde el índigo en Egipto hasta los paraguas encerados en Japón. Lo que cambia hoy es la escala y la precisión: los pigmentos se extraen con ultrasonido y las fibras se manipulan a nivel nanométrico.

Este descubrimiento no solo representa una mejora técnica, sino también un cambio de paradigma. Frente a la durabilidad artificial del plástico, la ciencia busca ahora materiales funcionales que desaparezcan sin dejar huella. Como la piel de cebolla, que protege, cumple su función y se integra nuevamente en la naturaleza.

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