
Perón marchó rumbo al exilio en 1955. Retornó en 1973. En el medio, 1964, la juventud organizó un operativo para que vuelva en el llamado avión negro. El “honesto” Arturo Illia, presidente radical que ganó las elecciones de 1963 con el 25 por ciento de los votos y la proscripción del peronismo, impidió el regreso del general. Este dirigente, con un rol importante en el golpe del 55, amenazó a Perón con derribar el avión si traspasaba las
fronteras rumbo a Buenos Aires.
Finalmente, el general pudo volver no sin antes preparar el regreso del cuerpo de Evita. Este desarrolló su segunda parte en 1970, cuando vía Ricardo Balbín el brazo civil de Pedro Aramburu, concretó un pacto con quien dictó el decreto 4161.
Aramburu fue más lejos aún. Pensaba dar un golpe contra Onganía el 29 de mayo de ese año. Ese día lo secuestraron y luego asesinaron tras un plan ideado por el general Imaz y ejecutado por unos jóvenes que como eran muchos, montones, se denominó montoneros recordando las huestes rosistas.
Esta introducción sirve para anular cualquier comparación con Cristina Fernández. La gestión del General no la mencionamos ya que es archiconocida. ¿Porque se busca la comparación? La respuesta es, cree uno, para anular internas. Con Cristina proscripta se hace indispensable un pacto de unidad sólido. Cuando decimos sólido significa que la unión no sea solo para los diarios.
Ya es tiempo de dejar el ego en la entrada de cualquier reunión. Si los libertarios siguen al mando de lo que queda de patria se consolidará una esclavitud en nombre del capitalismo. Hoy el gobierno del sub normal no es comparable con Macri ni con Menem. Se asemeja a la década del 20 y luego a la del 30. Esos años donde unos pocos tiraban manteca la techo y vacacionaban seis meses mientras el 90 por ciento de la población trabajaba de sol a sol sin ninguna clase de derechos. Solo asistían a sus empleos por unas monedas que servía para comer en forma indigna y alguna vez, si podían comprar una camisa nueva, caminar por la plaza de mayo.
Época que el subnormal menciona como Argentina potencia, tiempos de oligarcas riendo y obreros desnutridos llorando. Hoy se revive esos años en nombre de una libertad esclavizadora. Por eso basta de seguir a dirigentes. Vienen por nosotros, es hora que nosotros hagamos efectiva viejas consignas y frases y ocupemos un rol protagónico. Es hora de recuperar la patria y eso se hace exigiendo a aquellos que ocupan cargos expectantes que entiendan alguna vez que primero está la patria, luego el movimiento y por último los
hombres. ¿No le parece?