Otra prueba de la imperiosa necesidad de unión en el peronismo.

Por Margarita Pécora B. –
Cuando hay varios temas atrapantes dominando la agenda nacional, se complica determinar el eje noticioso de mayor impacto que atraviesa el país. Por eso, a pesar de la atención que sigue cobrando el esclarecimiento del espantoso femicidio contra Cecilia en el Chaco, la recaída en la salud de la modelo Silvina Luna, entre otros hechos, lo que termina dominando realmente la agenda mediática este lunes es, sin dudas, el revés del oficialismo en la provincia de San Juan, tras el triunfo de Marcelo Orrego.
Un triunfo que festeja Horacio Rodríguez Larreta, quien ni corto ni perezoso, aterrizó en esa provincia con el equipo que ya se deja ver en el spot de campaña mandando señales de unidad triunfalista; y está dejando muy preocupada a su rival la presidenta del PRO Patricia Bullrich, porque después de ganar San Luis, el espacio que responde a Larreta consiguió también dejar fuera de combate a la administraciones peronista de larga data de San Juan, donde hace más de dos décadas gobernaba José Luis Gioja quien, curiosamente, tuvo a los hermanos Uñac como vicegobernadores.
Sergio, el actual gobernador, había roto relaciones con Gioja una vez que asumió su primer mandato. Y hay quienes atribuyen a las paradojas de la política, que la maniobra que hizo le salió mal y por eso su hermano perdió en la provincia.
Y uno se pregunta, casualidad, no, pero pareciera que los “Santos” no están con el peronismo.
Abundan los comentarios sobre que los Uñac cometieron el error, que un hermano pusiera al otro; y eso ya olía demasiado a nepotismo. Hasta dicen que hubo enojo con Sergio por haber intentado él mismo ser candidato y que, eso derivó hasta una presentación ante la Corte Suprema.
Al final Sergio Uñac no se pudo presentar porque la Corte se lo impidió y por eso presentó a su hermano Rubén como candidato. La apuesta fue mala: el hermano perdió hasta la pelea interna con José Luis Gioja, cuyo lema fue más votado por amplio margen.
En el peronismo hacían autocrítica por la mala decisión, pero ya es tarde… Larreta se frotó las manos en el bunker de Juntos, en la provincia cuyana y logró lo que quería: mostrarse con el vencedor, junto a Lousteau, Pichetto, Maxi Ferraro, Waldo Wolff y José Luis Espert, todos integrantes de su armado.
En medio de todo, llegó el saludo formal de Alberto Fernández, a Marcelo Orrego al que le dijo “Tiene por delante el desafío de trabajar para garantizar el crecimiento y el desarrollo de la provincia. Confío en que así lo hará.
Patricia Bullrich que se anuncia en las Redes como “Pato 2023”, forzando una risa de victoria, no se quedó atrás. Envalentonada como todo el espacio sanjuanino que ganó este domingo, mandó también su tuit , afirmando que acababa de hablar con el Dr. Marcelo Orrego para felicitarlo y agregó con cierta ironía: “No hubo aparato, ni cambio de reglas, ni poder que frene la voluntad de cambio del pueblo. Gracias San Juan por este día histórico.”
Y ahora el larretismo por su lado y el bullrichsmo, por el otro están enfervorizados por una cuasi seguidilla de victorias, que colocan al peronismo ante el urgente desafío de apartar a un lado los viejos rencores, los personalismos, y cerrar filas detrás del ministro de Economía Sergio Massa, al que Alberto Fernández le ve chandes de ganar en un escenario que calcula en un balotaje con Juntos por el Cambio.
Sin embargo, hay muchos peronistas que todavía no están convencidos de apoyar a Masa. No ven tal vez con luz larga, que de no hacerlo, estarían allanando el camino para que gobierne el país por cuatro años, el modelo neoliberal que representa Horacio Rodríguez Larreta. Por supuesto que enamorar al electorado lleno de desencantos y frustraciones económicas, no resulta nada fácil para Unión por la Patria.
“Massa vino a poner orden en una economía que estaba totalmente desorganizada. Massa ha dicho que el desafío es construir con la gente adentro.” Opinó anoche Sergio Berni – pero no sabemos cuántos piensan así, mientras otros consideran que el peronismo se lame las heridas e intenta alinearse, sin dañarse, en un proceso que debe avanzar con cierta rapidez para mostrar una imagen compacta frente a la guerra interna que vive Juntos por el Cambio y que se inclina a favor de Larreta.
Hace meses que los teléfonos fijos de los hogares, suenan dejando escuchar la voz de Horacio con su campaña; lo ha hecho siempre y no le ha ido tan mal. Pero el peronismo ha abandonado el timbreo y el puerta a puerta: Recién escuchamos a Máximo Kirchner pedirle a Cristina que dé una mano en la campaña. A estas alturas se corre contra reloj para conseguir éxito en la persuasión de los votantes y hacer que vuelvan a confiar, comparen, evalúen y escojan lo que realmente conviene al país y al destino de cada familia.
No se trata de promesas, sino de hechos constantes y sonantes en el bolsillo, lo que va a hacer que los indecisos pongan en la ranura de la urna, la boleta a favor de Massa-Rossi. Los principales encuestadores coinciden en que la unidad potencia al oficialismo y que el ministro de Economía y candidato de “Unión por la Patria” figura con mayor intención de voto. Pero la gente no come vidrio. Solo cuando reciban una señal efectiva de mejora, desarrollo, crecimiento, estabilidad, empleo, seguridad entre otras demandas, cederán y volverán a confiar.