Opinión

EL CAMPO

Por Gabriel Princip.

¿Cuántas veces habremos escuchado o leído que “sin el hombre del campo y su trabajo la Argentina fundiría”? La pregunta es ¿Argentina que le debe al campo? Ya sé, aquellos que no somos del interior le debemos los agrotóxicos que producen cáncer a través de las verduras, que un hombre de campo como Felipe Solá introdujo en 1996, ¿Será eso?. Quizás no y me estoy equivocando, quizás le debemos de la deforestación en el norte y centro del país para plantar soja.

Era eso, la soja. Gracias a este yuyo tenemos enormes inundaciones y liquidaciones en dólares todos los días. Ah, ¿No te liquidan los verdes?, yo pensaba ya que se enriquecen capaz que comparten, pero dicen que no.

Ya sé, le debemos ese Senador con pocos dientes que no vamos a nombrar, pero usted ya sabe quien es, ese que le interesa la explotación infantil y es fanático de Macri. ¿Ya lo sacó?, bien eso le debemos al campo.

Pero no tenemos tener que ser tan duros, también existen campesinos que cosechan en tiempo y forma, les ponen una estampilla paraguaya a sus productos y lo sacan por el Paraná para no pagar impuestos. Si ya se, no todos son así, también existen esos que no pagan impuestos, que negrean a los peones y que son antiperonistas porque Perón estableció el estatuto del peón en la década del 40.

Me parece que la Argentina podría vivir sin el campo. De hecho, cuando fuimos el granero del mundo no nos fue bien, y ahora que somos el supermercado del planeta tampoco nos va mejor. Claro si en el país de la carne el nativo come polenta y si tenemos capacidad para producir alimentos para 400 millones de humanos y sin embargo hay gente que no come, no veo lo positivo del campo. Creo yo que alguien debe representar ese campesino que nos inventó Dante Quinterno, Ñancul, o la Chacha empleados de un indio bueno y trabajador con un padrino porteño y vivo como Isidoro o solo era una historieta.

Para no ser tan negativo convengamos que el campo también es Vicentín, es Joe Lewis, es Benetton, es la gobernadora de Rio Negro o el Senador Costa. El campo fue la Patagonia Trágica y la actual. La forestal y el quebracho, la pobreza y la miseria. Seguramente habrá trabajadores que se levantan a las cinco de la mañana por un mendrugo diario, pero convengamos que aquellos que salen en los diarios y hablan del campo como si fuera el edén son los habitantes de la chantocracia que nos envenenan con alimentos muy caros. ¿No le parece?

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