Opinión

Biden espera a Lula, con Bolsonaro metido ‘como piedra en el zapato’.

Por   Margarita Pécora.  –

Una sensación de incomodidad invade por estos días al presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, por la prolongada permanencia de Jair Bolsonaro en el Estado de La Florida, ahora con visa de turista por seis meses, justo cuando el inquilino de la Casa Blanca se prepara para ser el anfitrión del presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, con quien se reunirá el próximo 10 de febrero en Washington.

El anuncio del encuentro entre los dos mandatarios, fue hecho por la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, este martes. Anticipó que ambos presidentes discutirán “el apoyo inquebrantable de Estados Unidos a la democracia de Brasil, y cómo los dos países pueden continuar trabajando juntos para promover la inclusión y los valores democráticos en la región y en todo el mundo, especialmente antes de la Cumbre por la Democracia de marzo de 2023”, escribió la vocera.

También adelantó que analizarán “cómo Estados Unidos y Brasil pueden continuar trabajando juntos para abordar desafíos comunes, incluida la lucha contra el cambio climático, la garantía de la seguridad alimentaria, el fomento del desarrollo económico, el fortalecimiento de la paz y la seguridad y la gestión de la migración regional”, agregó.

Como piedra en el zapato.

En medio de los preparativos de la Casa Blanca para dar una ‘lucida’ recepción, diplomáticamente hablando, al presidente del gigante suramericano, es cuando Jair Bolsonaro decide prorrogar su estancia y convertirse en una suerte de nube que empaña el horizonte político de las relaciones internacionales de Washington con América Latina, que son, dicho sea de paso, de elevada importancia estratégica para la potencia occidental, que ha visto perder terreno en esta parte del Hemisferio.

Bolsonaro, quien es además un estrecho aliado de Donald Trump, el  acérrimo rival de Biden, llegó a Orlando dos días antes de la toma de posesión de Lula el 1 de enero, y ahora no se quiere ir. Esto no solo incomoda, sino disgusta al demócrata inquilino de la Casa Blanca, que conoce la estrecha amistad entre ambos ex presidentes, y el apoyo que dieran los seguidores de Trump a Bolsonaro, en las pasadas elecciones.

Se dice que al menos 30 mil brasileños se han establecido en Orlando, según estimaciones de la ciudad, y cientos de miles llegan como turistas cada año.

Por lo visto Casa Blanca ha captado señales inquietantes, que les hacen pensar que Bolsonaro no sólo tiene intención de quedarse en Orlando, sino que también se espera que participe en un acto, donde cobrará la entrada a 50 dólares por persona, preparado en su honor por la diáspora brasileña.

Pero hay más motivos que ensombrecen el panorama en torno a Jair Bolsonaro, quien está siendo investigado en múltiples frentes, incluida su presunta implicación en los disturbios del 8 de enero protagonizados por partidarios que se negaron a aceptar su derrota en las elecciones del pasado otoño frente a Luiz Inácio Lula da Silva.

Otras fuentes consultadas, dan cuenta de que Biden está siendo presionado por políticos demócratas para que envíe de regreso al expresidente brasileño, después de que sus partidarios invadieran y destrozaran la sede de los tres poderes de la República en Brasilia.

Analistas apuntan a la presión de los parlamentarios demócratas y calculan cuál sería la posibilidad real de que Bolsonaro se vea obligado a salir del país del Norte, ya sea mediante un proceso de extradición o deportación. Expertos de esa nación y de Brasil, consideran que, al menos hasta el momento, no existen elementos legales que permitan un proceso de extradición.

De todos modos, afirman que el gobierno de Joe Biden podría, en teoría, revocar el visado del expresidente brasileño, forzando su deportación, pero que ello dependería de una evaluación política del gobierno de Biden, lo que dificulta predecir cuál será su decisión.

El senador Renan Calheiros, del partido centrista Movimiento Democrático Brasileño, presentó una solicitud al juez del Supremo Tribunal Federal, Alexandre de Moraes, para que incluya a Bolsonaro en la pesquisa que investiga los actos antidemocráticos, y fije un plazo máximo de 72 horas para que el expresidente regrese a Brasil para prestar declaración.

Calheiros también pidió que, si Bolsonaro no cumple con dicho plazo para regresar a Brasil, se decrete su prisión preventiva con base en el artículo 312 del Código Procesal Penal. Establece entre otras cosas, que la prisión preventiva podrá decretarse como garantía del orden público, o para asegurar la aplicación de la ley penal cuando exista prueba suficiente de la existencia del delito y de su autoría».

La directora ejecutiva interina de Human Rights Watch, Tirana Hassan, comparó el asalto a las sedes de los tres poderes cometido por miles de bolsonaristas radicales en Brasilia con la invasión al Capitolio por parte de seguidores de Trump el 6 de enero de 2021. Usaron «tácticas similares», dijo.

A la sólida amistad entre ambos ex presidentes del imperio occidental y del gigante sudamericano, se suma, como hemos citado, el que Trump, anunció que competirá por la candidatura del Partido Republicano para las presidenciales de 2024.

Ahora, desde La Florida donde insiste en quedarse por medio año, Bolsonaro es ‘como piedra en el zapato’ para Biden que al parecer aún no considera las prerrogativas que le asisten para decirle al visitante no grato, ¡andáte, ni una prórroga más!; en cambio, está tragando buches amargos frente al monstruo de dos cabezas que está operando políticamente en su contra, y en su propio suelo ,empañándole  los planes de estrechar relaciones con Brasil, ahora  bajo la administración del izquierdista Lula Da Silva.

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