SUBTE B

Por Carlos Galli.
Los metrodelegados, pertenecientes a la línea B del subterráneo, que sus cabeceras son Leandro N. Alem y Juan Manuel de Rosas, sin importarles un carajo los pasajeros, «trabajan» bajo protesta y han reducido las frecuencias, para que viajemos en una lata de sardinas. Pegados, barbijo con barbijo, cara con cara, hombro con hombro, nariz con nariz.
La causa de «laburar» cuasi a reglamento es, según ellos, porque hay algo en la estructura de los vagones que produce cáncer. Si esto es así, deberían parar todas las líneas, y no solo la B.
Ocurre que los supuestos delegados, que están en sus faraónicos despachos, son tan básicos, que deben pensar que en el subte viaja Rodríguez Larreta, la Dra. Cristiana Fernández de Kirchner, Juan Grabois, el «chino» Navarro, o Alberto Fernández, y demás dirigentes políticos y gremiales. Todos ellos viajan en sus autos, en algunos casos, hasta importados y con custodia.
Los metrodelegados son burócratas sindicales, rayanos con el gorilaje de izquierda. Estimados lectores, ¿Acaso piensan que los gorilas son solamente de derecha? NO. Los delegados de la línea B, demuestran que también hay monos gigantes en el sindicalismo subterráneo. Cabezas de termo. Son como el escorpión, que pidió ayuda a la rana para cruzar el río, y a la mitad del ese río profundo la pico, y la rana murió y el escorpión… también.
Le importa un ápice el pueblo. Los laburantes, que todos los días viajamos como ganado al matarife. Solo les falta que además, nos peguen un palazo en la cabeza.
Cuando pregunté cuanto es la demora, el chabón de la ventanilla me contestó: “Y YO QUE SE”.
Las formas y modos la verdad no me sorprende, están «educados» por el kirchnerismo rancio, ese que la gilada dice que es el sector más duro de la payasada K. La que quiere compararse al Peronismo Revolucionario de la entrañable Evita. Aquella Evita que nos llamaba “MIS DESCAMISADOS”. Y muchos de nosotros, en su nombre, allá por los años 70 y pico, hicimos la revista EL DESCAMISADO. Los lectores que peinan canas saben a qué me refiero.
Los metrodelegados, ni con una escalera mecánica que llegue al cielo pueden compararse a los cumpas, que eran delegados durante las diferentes dictaduras militares. Aprovechando que escribo sobre el conflicto en la línea B, jodiendo al pueblo laburador, pregunto ¿Hasta cuando los vagos de los metrodelegados, se van a sentir los dueños de la verdad absoluta y revelada?
Dale Dellacarbonada y compañía, déjense de perjudicar al trabajador que todos los días tenemos que bancarnos sus bravuconadas y malos tratos.
Claro que también debo decir que al Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, los pasajeros tampoco le importamos un jocara.