CONFUSIÓN TOTAL

Mañana, pasado o quizá en dos días sigan apareciendo nombres insignificantes. Manos que empuñan un arma, pero nunca la cara de quien la carga.
A pocas horas de frustrarse el intento de magnicidio salieron los superamigos casi por cadena nacional. Tanto el que dijo por la mañana siguiente que el tiro no salió lamentablemente, como cuando por la noche Telefe les hizo una nota a la familia Mansón, cuya batuta dirigía la novia del fracasado tirador.
De a uno va cayendo la banda que mediáticamente y policialmente se conoció como “la de los copitos”. Está claro que el fuerte de la policía no es la creatividad, a quienes al menos se le pide que cuando tengan que custodiar a alguien no estén contando las estrellas.
Muchas irregularidades al respecto, entre las principales están la megalomanía de estas personas y su afán por exponerse.
Creer que hacen patria por miserablemente desencadenar el asesinato de la única líder que hoy genera esperanzas en gran parte del pueblo, y salir en todos los canales para que le veamos las caras. Quizá tengan un nexo estas dos cuestiones, y es que quienes los inflaron pueden desinflarlos.
Quienes los convencieron de que iban a hacer patria son aquellos que no les temblará el pulso en borrar integrantes del clan Monster. Antes que eso mejor mostrarse.
Podría ser una línea para seguir del fiscal y la jueza (Rivolo y Capuchetti respectivamente), quienes tuvieron menos visibilidad que la banda de los algodones de azúcar, y ni hablar de la que tuvo la fiscal Fein luego de la muerte de Nisman quien tenía que dar todos los días una prueba de que fue un asesinato (la busqué para la editorial y los dos primeros resultados fueron “el polémico gesto de la fiscal Fein” y “los errores de Mónica Fein” publicada en Clarín con su foto, ¿Alguno conoce la cara de Capuchetti?).
Se suma a la alta exposición de la vecina de Cristina, que le alquilaba una habitación al abogado que representaba los intereses de exponentes de la agrupación “Revolución Federal”, cuyo líder recibió un pago millonario de Nicky Caputo, el valijero de Macri, por un trabajo en su carpintería.
La causa no está empiojada, está abarrotada de liendres. Un nombre lo podemos recordar, dos nombres, tres, cuatro, cuando son siete se complica, y cuando son todos no es nadie.
Un agregado: esta semana la ex esposa de Horacio Rodríguez Larreta publicó en una red social “Si un hombre miente a su esposa, me mentirá también a mí. Si es capaz de romper el juramento nupcial, será capaz de romper su juramento al servicio público”. Luego borró la publicación. Si bien era una clara referencia al Jefe de Gobierno porteño no lo nombró, y trascendió que ante una pregunta de una seguidora sobre el engaño de su cónyuge su respuesta fue “No fue su secretaria, es la secretaria de Bienestar y tercera edad’.
Tal respuesta no existió y se presume que quienes la crearon y la hicieron difundir habrían sido Macri, Bullrich, y cia., en pos de una interna brutal. Sin darme cuenta mezclé la interna opositora con el intento de magnicidio, se me habrá chispoteado.
Siguiendo con el Chespirito, los amarillos nunca hacen nada sin querer queriendo.