SE LAVÓ LAS MANOS

Por Carlos Galli.
Poncio Pilatos hace más de dos mil años se declara incompetente para resolver temas de índole religioso. Con esta tremenda e inescrupulosa escusa condenó al Señor JESUCRISTO a morir en un madero, en una cruz, condena de muerte del Imperio Romano.
Los religiosos de la época lo acusaban de blasfemia, después sin ningún purito, cambiaron por sedición, entonces si pudo ser puesto a juicio. Aquel que se lavó las manos hizo decidir al «pueblo», dónde los seguidores de Cristo eran minoría y entre el Senedrin y los Romanos, decidieron la «suerte» del VERBO ENCARNADO.
Quedó libre Barrabás, un ladrón y asesino.
Para justificarse ante la multitud, expresó: «Inocente soy de la sangre de este justo». Me pregunto, si sabía que era inocente, ¿Por qué lo condenó?
Si bien no se sabe cómo murió, algunas investigaciones que como cristiano militante he participado, llegamos a la conclusión junto a otros historiadores entendimos que Poncio Pilatos, se suicidó con su propio cuchillo. Su cuerpo fue atado a la rueda de un molino y arrojado a las aguas y se hundió en el Rodano.
¿Qué quiero decir con esta nota de opinión?, que innumerables veces en la historia de la humanidad, pagan justos por pecadores.
Más de dos mil años después, nada ha cambiado, ni tampoco cambiará.
Los culpables son los que deben pagar sus culpas, aunque siempre existirá un Poncio Pilatos y siempre habrá un Barrabás.