Panorama perturbador por doquier.

Por Margarita Pécora B. –
Algunos despachos de prensa internacionales vienen usando hace unos días el término apocalíptico para referirse a la situación global de desastres diversos que se producen en todos los confines, encabezando con la guerra ruso-ucraniana y su impacto, seguido de los desastres ecológicos con medio mundo ardiendo de calor.
Personalmente no me gusta emplear la palabra apocalíptica–frase bíblica referida al Apocalipsis, libro de carácter profético donde se hace una serie de revelaciones referentes al fin del mundo, porque me parece pecar de alarmista. Preferiría afirmar que son momentos inquietantes y cuanto menos perturbadores para toda la humanidad. Porque es justo reconocer que por dondequiera que mires se suceden a diario, hechos y desastres, inquietantes para la supervivencia humana.
Desde lo climático, hace rato que la naturaleza nos está lanzando señales que no hemos sabido interpretar como un conteo de protección -boxísticamente hablando-, por los errores, la soberbia y el abuso que los seres humanos venimos cometiendo contra el cuidado de nuestro propio hábitat. Y las señales son serias, de peligro de desastres peores de los que estamos viviendo. Van y vienen las cumbres y reuniones de todo tipo y no avanzamos a la velocidad de la que vamos destruyendo el planeta.
Recordemos que, con el fin de reforzar la respuesta mundial, en diciembre de 2015 se estableció el primer acuerdo global legalmente vinculante con relación al cambio climático. El denominado “Acuerdo de París”, fijó como objetivo a largo plazo el de mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 °C sobre los niveles preindustriales y limitar el aumento a 1,5 °C, lo que reduciría considerablemente los riesgos y el impacto del cambio climático.
Al paso que vamos, se freirán huevos sobre el pavimento de las calles hasta en los lugares más fríos del planeta…
Hay una serie de elementos que nos llevan a afirmar que es realmente inquietante, la situación por un conjunto situaciones que se están produciendo.
Por supuesto que la guerra de Ruso-ucraniana, sigue estando en el primer lugar, como un conflicto que sigue ardiendo no se sabe hasta cuándo, con un impacto devastador en vidas humanas cuya cuantía todavía no se conoce bien, ni tampoco el daño climático. Cuando parece que afloja la tensión y se firman, por ejemplo, acuerdos para que salgan los granos de Ucrania, se produce el ataque en la ciudad portuaria de Odesa, donde Rusia dice que no quebró ningún acuerdo de exportación de granos, porque bombardeó a un objetivo militar, lejos de civiles.
En fin, por un lado arde Ucrania, y por otro, los alemanes ya empiezan a temblar – sin que haya llegado el invierno-, pensando cómo calentarse sin el gas ruso, lo que les lleva a acaparar gas en garrafas en los hogares. Una decena de países de la Unión Europea- de los 27 que la integran-, se han visto afectados por los cortes de suministro de gas ruso, se dijo desde la Comisión Europea de Energía.
Europa arde
Las cifras record de temperatura en Europa, que sufre embestidas de olas de calor, ha hecho disparar los , termómetros como nunca en la historia; mientras la preocupación por incendios y muertes no cesa. Desde el Gobierno de Pedro Sánchez, en España, se reportó que el número de muertes asociadas a las fuertes temperaturas ya ha superado los 500 en ese país, en momentos en que los incendios forestales, transcurrido medio año la cifra de hectáreas consumidas por las llamas ya superó las 70.000, obligando a su vez al desalojo o evacuación de más de 8.000 personas.
Aunque la ola de calor en Portugal ha bajado intensidad, durante los últimos días, las cifras mortales son alarmantes, debido a los efectos de la descompensación, lo que ha dejado promedios superiores a los mil muertos.
Argentina sin respiro.
Mientras el mundo parece estar a la parrilla, sobre brasas de una guerra que los enemigos de Putin, dicen que es para dividir a Europa-, en la Argentina corremos sin respiro detrás del dólar, en medio de una tensión cambiaria con escalada sin techo, haciendo que la discusión sobre la crisis y la economía se den en torno al billete verde.
Los imperecederos “arbolitos” de la calle Florida y alrededores, en el microcentro porteño, manejan cada uno un precio distinto y siguen asomando la cabeza especulativa, sin temor a lo dicho por la senadora nacional por el Frente de Todos, Juliana Di Tullio cuando pidió al Gobierno que aumente los controles en torno al dólar blue y reclamó presencia policial en las «cuevas», donde se comercializa la divisa extranjera.
Lo cierto es que el gobierno atraviesa por momentos complejos debido a la imparable escalada del dólar blue perforando el techo de los 300 pesos, y de la inflación. Las medidas dispuestas por la ministra de Economía, Silvina Batakis, no han hecho blanco todavía en las expectativas del mercado, por lo que el dólar libre no encuentra su punto de equilibrio. De ahí que el viaje de Batakis a EE.UU. para analizar lo acordado con el FMI, es vital para el futuro del país.
Las principales críticas hacia el presidente Alberto Fernández, quien se defiende diciendo que no le van a torcer el brazo, es que el país no tiene un plan, y está sin rumbo, situación que los Medios adversos al FdT, dicen que se ha acentuado tras la salida de Guzmán el ex ministro de Economía.
Por otro lado el agro sigue complicando el panorama. Se dice que los del campo andan escondiendo silo bolsas y poniendo palos en las ruedas.
La política con un manto de neblinas, como la que cubrió a Buenos Aires estos dos días, salta de un operativo clamor por la posible candidatura de Cristina en el 2023, a una agitación del fantasma de su proscripción.
Hasta se habla de golpismo y cipayismo; y no cabe dudas que hay señales peligrosas. Baste citar a los manifestantes que se identificaron como «auto convocados» y arrojaron basura, patearon las puertas y treparon a las ventanas de la sede del Instituto Patria mientras. Clarísima se ve la imagen del hombre que amenazaba con matar en «la horca» a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner a través de un megáfono, en una protesta realizada el jueves, frente a cuatro efectivos de la Policía de la Ciudad que observaban lo que sucedía, y no movieron un dedo.
La conflictividad repica en las calles dejando un sinsabor, una confusión tras el paso de grupos no alineados con el Gobierno, que sumaron al descontento, a líderes sociales como Juan Grabois que un día está con el gobierno y otro, en su contra. Esta vez, desde esa postura advirtió furiosamente: “Estamos dispuestos a dejar nuestra sangre en la calle” y “prefiero hablar ahora y no lamentarme cuando empiecen los saqueos”.
Hay una manifestación programada por la CGT y otras organizaciones en apoyo al Frente de todos para el 17 de agosto. La fecha parece muy lejana para contrarrestar el picante malestar social, que reclama justicia por la inflación galopante, el hambre y los especuladores de precios, aunque con airadas protestas callejeras, le estén allanando el camino a la ultraderecha que alegremente están llevando agua para sus molinos…




