SONIA ESCUDERO: La gesta de una enfermera que atendió en un hangar, a varios heridos de Malvinas

Por Gabriel Russo.
Vísperas de conmemorarse el 2 de abril el aniversario 40 de la Guerra de Malvinas, testimonia para Comunas Sonia Escudero, enfermera Integrante de un grupo de 14 de la Fuerza Aérea que cumplieron misión de guerra. Sonia tenía 23 años cuando recibió la orden de viajar a Comodoro Rivadavia en Chubut para atender a los heridos en Malvinas. Partió un 12 de abril sin fecha de regreso en mente. Ella fue una de las tantas enfermeras de la Cruz Roja que tuvo su protagonismo en la guerra, no reconocido en su justa medida. Sus recuerdos erizan la piel y su reclamo ante la discriminación que ha padecido, indignan.
Si bien se sabe de la participación de la mujer en la guerra de Malvinas, cuánto se conoce de ellas y su historia, cuánta información se difunde sobre cómo llegaron a estos puestos y cómo se encuentran hoy.
¿El 2 de abril también se acuerda de vos cada año, o no?
No, cada año no, muy rara vez. Es decir, en el sentido de que recién en el 2013, una investigadora de la Aeronáutica de Rosario me llama porque estaba haciendo una investigación y se da cuenta que había mujeres que habían intervenido en la guerra, me llama al hospital acá a Córdoba, le digo que sí, y en el 2014 fue la primera vez que un primero de mayo en Palomar se nos invita a participar del desfile. Éramos 3 y la sorpresa fue, ver la sorpresa de la otra gente…
¿Qué viste como enfermera en la guerra?
Las heridas eran de guerra, propiamente, había amputados, heridas de balas en pie, en manos. El avión Hércules salía de Comodoro y buscaba los heridos en las islas y tenía apenas 20 minutos para aterrizar con vuelo rasante para no ser detectado por el radar enemigo. Bajaban la rampa subían los heridos, con los codos, como podían, llegaba a la pista y ya estaban las ambulancias en Comodoro Rivadavia esperando, nosotros atendíamos en el hangar, en camillas, en el suelo sobre mantas.
Ahí se clasifican las heridas de acuerdo a su gravedad. Los soldados de Fuerza Aérea, eran derivados a nuestro hospital y las primeras curaciones se hacían en el hospital de Comodoro. Los quemados, había un muchacho que pisó una mina y explotó en su cara, quedó ciego. Estaban los muchachos que iban a cirugía. Muchos estaban mojados, helados en las trincheras muchos días, nosotros en Comodoro sufríamos también el viento y la niebla.
Recuerdo que llegó uno con la pierna amputada y el corte cosido con alambre.
La mayoría de las enfermeras teníamos 22 y 23 y la más grande tenía 26.
Nosotros nos recibimos una en Alemania, la otra compañera mía de Córdoba, y yo nos recibimos en junio y en julio ya nos anotamos en la Fuerza Aérea que fue el primer año que incorporaron personal femenino y me quise anotar urgente, porque era Cruz Roja.
Imagino que estabas acostumbrada a aplicar inyecciones y de eso, pasaste a amputar piernas.
Tal cual, nuestro grupo no tenía instrumentadoras quirúrgicas, y nuestra compañera hizo esa función, siendo enfermera. Yo entré a Fuerza Aérea y mi destino fue Buenos Aires, pero me derivaron en el ‘82 a Comodoro.
El muchacho al que le amputaron la pierna, recuerdo que no se había dado cuenta que le faltaba ese miembro.
Me marcó para toda la vida, y lo comento ahora porque han pasado muchos años, pero fue tal el horror de ver esos rostros de jovencitos, que yo decidí que si un día tenía un hijo y era varón, no me iba a casar, porque había una ley en 1979 que el hijo varón de madre soltera podría ser exceptuado del Servicio Militar. Tuve un hijo, Arturo Escudero hoy tiene 34 años nació en el 87 y lleva solo mi apellido, nunca me casé. Su padre falleció cuando él tenía 10 años, pero igual yo no me iba a casar. Después en el ‘96 el presidente derogó el servicio militar. Me alegré muchísimo porque sentí que mi hijo estaba a salvo.
Siempre digo que yo volvería a elegir mi profesión militar, pero no hubiera querido que un hijo mío pase por ese horror.
¿Atendiste algún herido producto de torturas?
Lo que si escuche de uno de ellos es que les vendían los cigarrillos. Pasaban de la ambulancia al hangar y, los atendíamos y ahí directamente eran derivados, si había personal de Inteligencia haciendo entrevistas, algo escuchábamos que en alguna oportunidad dije que éramos mudas, que por ahí uno no estaba prestando tanta atención por estar haciendo curaciones en los demás. Poníamos palanganas con agua tibia y toallas a ver si podían recuperar la circulación, e inmediatamente eran derivados al hospital donde les daban la atención de quirófano y cuidados.
¿Eran tres enfermas nada más?
Éramos 14 enfermeras de fuerza Aérea. No me había dado cuenta que éramos un grupo, por ejemplo estaba Reynoso, que fue reconocida hasta hace poco, veníamos por grupos, del hospital Córdoba y otros, yo venía del Geriátrico, a mí no me reemplazaba nadie y conocía el nombre de todas.
Imagino que habrás visto no sé cuantos heridos. ¿Te quedaste con una imagen que quedo en tu vida?
Fueron 250 heridos, y guardo recuerdos de un soldado quemado, y otro que tenía ojitos claros lo estaban llevando en camilla para derivarlo porque la mayoría- unos 230 -eran del Ejército y ese muchachito tenía el pasamontañas en la mano y lo extiende y le digo ¿para mí? Y me dice adiós en francés. Y después tuvimos un inglés que pasó a fines de mayo, se había eyectado, cayó al agua, tenía fractura de clavícula y de la base orbital, lo derivaron a nuestro hospital que estaba emplazado a cien metros del aeropuerto. Nosotras atendíamos en el hangar de YPF.
¿Y trabajaba algún médico cerca, a cuáles recuerdas?
Al capitán Pesca, a Smith, pero mis compañeras recordaban a los enfermeros varones, radiólogos.
Cuando estabas curando al lado de tus compañeros, ¿Cómo era el comportamiento, imagino no era nada placentero?
Lo que recuerdo es que había cuerpo médico, camaradería, todos tratábamos de hacer de todo. Era como un hospital. A veces el avión traía hasta cinco heridos, iba a las 11 de la noche y regresaba a las dos de la mañana y en ese puente aéreo también llevaba medicamento, ropa, comida, algunas enlatadas, otras viandas preparadas y a veces volvía sin poder dejarlo, a veces traía 15 ó 20 heridos.
Ahí eran unos 25 vuelos en total para traer a 250 heridos, pero distanciados, porque a veces salía sin poder evacuar la carga que llevaba, en realidad el Hércules durante toda la guerra salió el 29 de abril y después siguió yendo y nunca fue detectado. Salía de Comodoro Rivadavia.
Unos 40 años después ¿Qué esperas del gobierno argentino?
En el 2016, me retiré después de 37 años de servicio, hicimos la carrera completa, y en ese año un 10 de julio que se hizo el desfile con todos los veteranos de todas las fuerzas sentimos el aplauso, el cariño, el reconocimiento del pueblo. Lloré las 30 cuadras que hice, aplaudían mis compañeros y después en el 2011 iniciamos un juicio porque la fuerza aérea reconoció a su personal, tanto soldados como militares de carrera, el Congreso de la nación, con diplomas, medallas, y luego cuando había que repartirse una pensión que de eso nos enteramos en el 2000 que se estaba gestionando, ahí se discriminó al que estuvo en las islas o la pisó, del que estuvo en el continente. Los que estuvimos en la zona patagónica fuimos excluidos, ya no éramos veteranos.
Nuestros compañeros, como el médico, etc. fueron reconocidos, pero el personal femenino no. Solamente una compañera que en el primer vuelo viajó con el Hércules y subió heridos. Yo me enteré en el año 2000 que fue reconocida veterana de guerra, nosotros no. En el 2011 cuatro compañeras iniciamos en Córdoba un juicio a varias instancias la abogada de Fuerza Aérea apela y mis compañeras, Reynoso y Morales continuaron con un juicio, y las han reconocido hace poco a fines del año pasado. Así que hay esa desigualdad y no se entiende por qué como dicen ellos mismos, un avión no vuela solo, dese acá se cargó, el material sanitario fue un ida y vuelta.. Una aeropuerto es un lugar estratégico como punto para bombardear, y había toques de alarma.
Nosotros teníamos una obligación y tenemos el mismo derecho de recibir la pensión vitalicia.-reclamó finalmente la enfermera Sonia Escudero-.