LA LAPICERA PRESIDENCIAL

Por Carlos Galli.
La vicepresidenta de la Nación expresó: «La lapicera la tiene el Presidente de la República».
¿Será la misma lapicera que firmó cientos de DNU?, de los cuales muchos no los cumplió ni El, ni su entorno, ni su pareja, ni los amigos del poder.
¿Será la misma lapicera que utilizó para despilfarrar guita a diestra y siniestra, para las recientes elecciones?
¿Será la misma lapicera con la cual firmó las dádivas para los millones de planes «sociales» que gerencia la pobreza?
¿Será la misma lapicera que usó para firmar que aceptaba las renuncias de medio gabinete?
¿Será la misma lapicera que se usó para traer las vacunas fuera de tiempo, mientras las muertes para el Presidente eran solo una estadística?
Sería muy oportuno que la use para favorecer alguna vez al pueblo argentino.
Sería más que exigente, que con esa lapicera rubricara Leyes y decretos en beneficio de la gente de a pie.
La lapicera no funciona si una mano no la utiliza. Es solo un instrumento que no tiene vida propia. Es un artículo de librería, de casas de regalos, y las de alta gama se pueden adquirir en joyerías y casas de escrituras especializadas.
Desconozco si la lapicera que usa el primer mandatario es una simple Bic azul, que en realidad es una birome (inventada por Wenceslao Biro) o si en su defecto es una Montblanc, o S.T. Dupont, o tal vez una Dunhill, o la tradicional Parker. En realidad, la marca no interesa, lo importante es lo que con ella se firma.
Con lapiceras se han firmado tratados de paz, y también el comienzo de guerras y conflictos bélicos entre naciones. Se firmaba y se firma en muchos países del mundo la pena de muerte. También se firmaron, por ejemplo, en nuestro país, comunicados de las Juntas militares genocidas. También se rubricaban la desaparición de personas por pensar diferente.
La lapicera en sí es inofensiva, solo se transforma en un «arma» poderosa en manos y de personajes sin escrúpulos.
Los niños y niñas le escriben con sus ilusiones a Papá Noel. También nos decían que nuestras madres escribían a París. Claro que esto son solo metáforas.
Recordemos también que, con un sello, que hacía las veces de una birome o una lapicera, hace más de dos mil años, Poncio Pilatos, condenó a morir en una cruz a nuestro Señor Jesucristo.
En definitiva, una lapicera da poder, aunque parezca una inofensiva. Todo depende como sea utilizada. Que se firme con ella es lo verdaderamente preocupante. A veces, se firman hechos que hacen historia. Se rubrican textos que cambian hasta los destinos de una Nación, de una persona, de una empresa, y en nuestros tiempos, se puede firmar hasta la «suerte» del planeta.
La Dra. Cristina Fernández tiene razón, la lapicera la tiene el Presidente de la Nación, tal vez ese sea el problema, o quizás, la solución.




