CERREMOS LA GRIETA, O MEJOR NO

Por Wally Crock.
“Voy a ser el Presidente que cierre la grieta”, dijo Alberto Fernández al asumir. Una aspiración tan alta como imposible. Para una porción de la sociedad terminar con la grieta significaba tomar de los pelos a quién piensa distinto para que se plante en su misma vereda, algo totalitario y por demás imposible. Por eso es estéril lo que propuso Alfredo Leuco en mayo cuando en su programa dijo “lo espero mañana a las nueve de la noche para tratar de fortalecer la Nación con más libertad, con más igualdad, con más legalidad. Sin kirchneristas.”
Eso no va a ocurrir, como tampoco va a ocurrir un país sin antikirchneristas. Por lo que hay que gobernar un territorio dividido desde tiempos inmemoriales.
Alberto Fernández en su primera asamblea legislativa del primero de marzo del 2020 habló de “verdades relativas”, un peronista hubiese pensado que la única verdad es la realidad. Si una persona, supongamos que tiene por nombre A, le dice a B que no cruce la calle cuando el semáforo está en rojo porque lo pueden atropellar. Bien puede hacer caso omiso B, inclusive alegar que el no ve rojo el color que se ubica por encima del amarillo en el semáforo. Las dos realidades pueden ser posibles pero la única verdad, es que B tiene una mayor probabilidad de ser atropellado si no sigue lo que indica A. Porque las realidades pueden ser relativas, pero no así la verdad.
¿Esto no lo sabe Alberto? Quizá hablar de verdades relativas que es abonar al adagio “todos tienen algo de razón” iba a hacerlo quedar bien con quienes no lo votaron. Pero al gobernar con promesas electorales para los otros se corre el riesgo de que cuando lleguen las elecciones tus propios votantes recuerden que gobernaste de esa forma y no te vuelvan a votar.
No es una apología al odio sino un acto de honestidad pararse en una vereda y expresar profundo rechazo por un hecho del que no se pronuncia buena parte de la otra vereda.
A Cristina Fernández de Kirchner se le realizó un procedimiento ginecológico quirúrgico por la vía laparoscópica, según el parte médico del Otamendi. Se le practicó una histerectomía completa, es decir, una extirpación del útero, el cuello uterino y los ovarios.
Mientras tanto la Presidenta del PRO, Patricia Bullrich, dijo ante los medios en Salta “En los momentos difíciles se esconde, no está, eso quiere decir algo, ¿será que planificó la operación para no estar cuando se den los resultados a nuestro favor?”.
El silencio en la radio es más grave que cualquier palabra que pueda describir su accionar, aunque sea por el decoro que no tiene. Lo que antes se pensaba ahora lo dice con un micrófono.
El dirigente Esteban Bullrich que padece una enfermedad degenerativa fue significativamente uno de los peores ministros de Educación de la historia. Se pronunció en favor de meter pibes presos e inclusive siendo el máximo exponente de la cartera ministerial habló de las bondades que tenía ponerse una cervecería artesanal. Cero preparación académica. Sin embargo, sería de una escoria burlarse de su tema médico, de hecho, hace pocos meses relato que fue propiamente Cristina quién lo llamó y se terminó emocionando.
A los chicos antes se les decía “no jodan con la salud porque uno no sabe lo que le puede llegar a pasar”, y por respeto o miedo inclusive no se hacían chistes al respecto. Se ve que algunos dirigentes de la oposición no recibieron esa educación y que los eternos niños Bullrich Luro Pueyrredón bromean sin temer represalias.
¿Qué significa que no exista la grieta acá? o cerrarla como dijo Alberto Fernández. Es motivo de orgullo diferenciarse de la bosta.
Lo llamativo es que no teman hacer públicos sus oscuros pensamientos, lo que hace creer que hay una gran porción de la sociedad que no tiene complejos humanos con sus ideas. No es verdad que responden lo que le preguntan, porque ayer un medio de La Pampa entrevistó a Rodríguez Larreta y la transcripción textual fue: «La historia lo ubica en un episodio con alguien muy conocido en la provincia, como es el médico Favaloro, que terminó…», hablaba el periodista y, automáticamente, Larreta lo cortó diciendo: «No, no… disculpame. No tengo absolutamente nada que ver con eso, y no estoy para esa pregunta». Es decir, que lo que no quieren responder no lo responden.
Quedará para otra editorial, un Mauricio Macri agarrando el micrófono de C5N y tirándolo al piso. En ese momento, esto no está chequeado, pero en una habitación dos creativos que le escriben sus acotados discursos y dos abogados defensores se habrían llevado la palma de sus manos a la frente y de forma unánime habrían dicho “¿No puede Macri dejar de ser Macri un segundo?”. Quedaban 4 en la sala, antes eran 6 pero dos renunciaron cuando el ex mandatario dijo que no tomaba alcohol, sino que sólo consumía crack y heroína.
¿La ven a Cristina diciendo eso?, ¿a Néstor?, ¿a Menem?, ¿a Alfonsín?, ¿a cualquier ex Presidente? Es llamativo lo asintomático de su inteligencia. El punto es que quizá lo decían, pero no en público. El Gobierno parece evitar “profundizar la grieta”. Pero de este lado sabemos que esa frase sólo es un eufemismo inventado por los medios dominantes. Profundizar la grieta también es hacer justicia social.




