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Opinión

EL HOMBRE QUE ESTÁ SOLO Y ESPERA

Por Gabriel Princip.

‘El hombre que está solo y espera’ no es una obra de Scalabrini Ortiz, es Alberto Fernández. Solo en Olivos esperando el 10 de diciembre del 2023 para alquilar un departamento e irse con su mujer a festejar libremente los cumpleaños de la familia. Solo, porque ya no está el inefable Biondi. El sentido común le dio un cachetazo al inútil vocero sin voz y… patapúfete.

A Cafiero le dieron un cargo para que viaje gratis por el mundo aprendiendo política de los mayores. El resto del equipo Callao divaga por los vericuetos de la Casa Rosada.

Solo porque Cristina se cansó de seguir en el gobierno y no poder cerrar las causas inventadas por la derecha y que su presidente no hizo nada para defenderla. Alberto quería un cargo que le otorgue una jubilación digna y nada más. Se encontró con el premio mayor, la presidencia, pero ya demostró que no está preparado. La casaca le queda grande y solo debe esperar que culmine su contrato social y colgar los botines.

El retiro también lo espera la militancia, para saber si se puede seguir en el 23 con un Frente, sacarse de encima el consorcio que alimenta inútiles progresistas sin votos, pero funcionales a la derecha. Alberto sigue esperando mientras pasea con Dylan, saca alguna foto y ve como en dos años tiró por la borda la vuelta de un Peronismo escondido en una sociedad política que accedió a grandes salarios y pequeñas convicciones.

La soledad lo apabulla, debe ser la misma que convive con Milagro Sala, esa dirigente que debería estar libre, que su abogada no pudo hacer nada y fue premiada con un cargo, que su visitante eventual Alberto tampoco hizo nada y también recibió un premio.

Sigue solo el presidente, porque el resto de las espadas que defienden el consorcio se reúnen con el jefe de gabinete, Aníbal o Cristina. Todos con mayor peso político que él, todos con votos, con ideas y con sustento político y ninguno de ellos se le ocurriría festejar un cumpleaños en pandemia y menos tener un traidor de vocero. Por eso la soledad se asoció al presidente.

La campaña se reinició. El resultado quizás no varié, pero al menos se achicará la diferencia. Hoy las fotos son distintas. Berni abrazándose al ministro de seguridad cuando antes lo combatía. Santoro en compañía de peronistas en los actos, Cristina más presente y más combativa mientras el sistema sigue apostando al triunfo de la derecha y como lógica consecuencia llevarse el trofeo en el 23 con un plus incluido, la prisión de Cristina Fernández.

Por eso está solo y espera. Dos años de gobierno sin resolución política y jurídica alguna con el peligro del retorno de la derecha en el 23 y la renovación de las consecuencias jurídicas para la actual vicepresidenta. Está solo y espera el 10 de diciembre, no hay otro objetivo en la vida política de un presidente que solo decepcionó a sus votantes y se abrazó con Macri. Un presidente sin votos que abusó de la generosidad de Cristina y pagó caro el sostener un club de amigos en el gabinete. ¿No le parece?

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