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Opinión

HIPÓCRITAS

Por Gabriel Princip.

No fueron 30 mil, sino seis mil. Macri es un empresario, o sea que no roba. Macri nunca utilizó los paraísos fiscales. Los aportantes truchos no lo son. La deuda por cien años es fácil de pagar. El préstamo de 58 mil millones de dólares solicitado al FMI sirve para estabilizar la economía. Macri es transparente. Vamos a dejar el país con pobreza cero. Mariano confesó que su hermano Mauricio robó. Mariano nunca dijo lo que dijo. Mariano otra vez confesó y dijo lo que había negado. El PRO escucha. Vidal es orgullosamente bonaerense, porteña y un símil de Alberto Castillo y sus cien barrios porteños. Fernando Iglesias se cansó de insultar a cuanto humano tenga olor a kirchnerista. La Carrió dijo que Macri era un estúpido y un mafioso. También dijo que era perfecto para una alianza. Patricia Bullrich dijo que Macri era su límite, hoy es su mano derecha. Pichetto se cansó de criticar a Macri y fue su candidato a vicepresidente. Los pobres no pueden ir a la universidad. No vamos a construir mas hospitales. El satélite ARSAT es un lavarropas que vuela. Yo jamás miento dijo Mauri. Todas estas frases fueron publicadas e irradiadas por los medios de comunicación y no produjeron indignidad alguna en la clase media que todo lo justifica porque son sus candidatos, es decir, los miembros de la derecha.

Ahora bien, un periodista se coló en la fila de vacunados, y la primera dama hace una reunión para una docena de personas, y la derecha producto de la indignada clase media pedirá el juicio político. Dos hechos mínimos. Uno costó el despido inmediato de un ministro. En el caso reciente se pidió disculpas, pero uno de los responsables sigue en el cargo, y me refiero al vocero amigo del grupo Clarín, Juan Pablo Biondi.

Alberto Fernández es un soldado de la clase media y ese es el problema, a parte de su falta de conducción política. Como miembro jerárquico de la clase desclasada es culposo, y aburre dando explicaciones. Con tan poco es capaz de arruinar todo el trabajo de militantes que lo votaron, a pesar de todo, para que Macri se vaya. Este buen hombre que fue ladero de Massa y de Randazzo y que gracias a Cristina es Presidente, cuando comete un error en lugar de callar, habla y sigue equivocándose.

El caso de la foto en Olivos tenía una solución rápida y política que se basaba en dos medidas:

A) Echar al vocero Juan Pablo Biondi, cuya esposa es productora de Eduardo Feinmann y se sospecha que fue quien filtró la foto. Recordemos que Biondi con su socio manejan dos empresas proveedoras del Estado y mantiene contento al Grupo Clarín.

La otra sabia medida era callar. No entiende este muchacho con suerte que la derecha tiene jueces y medios capaz de destrozar a cualquiera por la sola mención de un verbo. No la entiende. Cuando Perón decía ‘información, secreto y oportunidad’ por algo lo decía. Claro, es profesor de derecho y no es peronista.

Según las encuestas amigas, el voto del Frente se redujo. La clase media lo odia y él no la entiende. Los independientes no lo votan, y tampoco fideliza el voto, por esa razón baja en las encuestas, y no por la foto de Olivos.

La clase media es media burra, media inteligente, media guevarista, media nazi, media aburrida, media contenta, media culta, media ignorante, media desleal, media leal, pero hipócritamente moralista. Reacciona ante el incumplimiento de las leyes que esa clase no cumple. Destaca la falta de normativa en el sistema político cuando los integrantes de esa clase no paran en un semáforo rojo. Pero no son responsables por el gobierno. El responsable es uno solo, y es aquel que deja de lado a quien los acompañó en las urnas para votarlo, por una clase que lo detesta y que siempre hace todo a medias. Esos que igualan a Macri con Fernández. Esos que no distinguen la diferencia entre Al Capone y Larguirucho. ¿No le parece?

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