EL ‘CHE’ ALBERTO

Por Carlos Galli.

Hace unos días, el Presidente de la Nación, dijo: «Mantengo viva mi vocación revolucionaria». Jajajaja.

Me pregunto, ¿Cómo alguien puede autoproclamarse revolucionario?, si «militó» en su juventud con Alberto Assef, en el ultraderechista Partido Nacionalista. El actual presidente, también estuvo laburando para el neoliberal menemismo, para luego ser hombre de Domingo Felipe Cavallo.

Revolucionarios fueron y son todos aquellos que cambiaron la historia de los pueblos oprimidos.

No alcanzarían todas las resmas de papel A4 para nombrar a personalidades que hicieron SU REVOLUCION a favor de los pobres, los oprimidos, de los que poco o nada tienen. Además, para ser revolucionario no se puede ser tibio.

Solamente nombraré algunos, para que el Presidente de todos los argentinos y argentinas, no se sienta tan lejos de su «impronta revolucionaria».

Ernesto ‘Che’ Guevara.

Fidel Castro.

Eva Perón. (Evita, la única)

Simón Bolívar.

Flora Tristán.

Juan D. Perón.

Emiliano Zapata.

José de San Martín.

Manuel Belgrano.

Mariano Moreno.

Salvador Allende.

Serían interminables los nombres de hombres y mujeres que dieron la vida por la revolución.

No se sienta mal presidente, no todos podemos ser lo que quisiéramos ser.

Un revolucionario es aquel que quiere cambiar un sistema. Usted, Dr. Alberto Fernández, no puede cambiar absolutamente nada, simplemente porque es parte del sistema.

Cada uno es esclavo de sus palabras. Lo que no significa que esas palabras sean creíbles para los demás. En lo personal, no siento que sea revolucionario. No le da el target. No tiene el pinet necesario para hacer una revolución social. Dando planes a diestra y siniestra no es ser revoluta.

Un hombre que acusa a una mujer, y máxime, si esa mujer es la compañera de la vida, jamás puede ser un revolucionario. Todo lo contrario. Un dirigente que miente al pueblo, no es un revolucionario. Ser revolucionario, es alguien que pone el pecho en los momentos más difíciles.

Que lejos está de serlo, Presidente.

Ya nombré algunos revolucionarios, hubo y hay millares más. Su nombre, Dr. Alberto Fernández, nunca estará en el inmenso cuadro de personalidades revolucionarias.

Inaugurando un hospital o cincuenta casas populares, o asfaltando una ruta, o brindando un tibio discurso tribunero, no alcanza para ser un revolucionario.

Presidente, el General Perón dijo que: «Las revoluciones se hacen con tiempo o con sangre». Tiempo no tiene. Y nadie quiere que se derrame sangre. Ya derramamos demasiada. Ganamos la democracia, y vivir en un Estado de Derecho que no es poco. Aunque no suficiente.

Revolución y democracia no siempre van de la mano, aunque parezca contradictorio. Puede haber una revolución en paz, o puede existir una democracia sangrienta.

Ser revolucionario no significa creer en la lucha armada, como muchos creen. ¿Fue necesaria?, absolutamente SI. ¿Sirvió?, mi opinión es que NO. Aunque me siento la sangre de aquellos que murieron, para que la Patria como el AVE FENIX resurja de las cenizas.

Ser revolucionario es tener convicciones, ideales firmes, lealtad al pueblo. No mentirle. No prometer lo que sabe que no va poder cumplir. Revolucionario es no ser tibio. Serlo es sudar pueblo. Sentirse pueblo. Ser parte del pueblo.

Su frase rimbombante no se la cree nadie. Ni siquiera usted.

La revolución se lleva en el corazón y en las venas, mezclada con la sangre.

Si verdaderamente se siente un revolucionario, haga la revolución que el pueblo quiere. Aunque dudo que un social demócrata al estilo europeo, alguna vez pueda hacer una revolución. Si fuese PERONISTA la revolución es posible. Pero para que esto ocurra, lamentable, ya es demasiado tarde.

Y finalizo con un dicho popular, dicho esto con mucho respeto: «El que nace para pito, nunca llega a corneta». Es solo un simple dicho. Y los dichos populares, son solo eso. No agreden, ni ofenden. Muchas veces, dicen la verdad.