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MIGUEL A. LENTINO: El Día de los niños que pusieron el pecho a las balas en el Paraguay.

Por Gabriel Russo.

La razón por la cual no es motivo de festejos el Día del Niño en Paraguay marcado en el calendario el 16 de agosto, nos la explica el escritor, historiador y miembro del Instituto Nacional de Investigaciones históricas “Juan M. de Rosas” y el Instituto Nacional de Investigaciones Históricas “Facundo Quiroga”. El Licenciado Lentino se refiere a la batalla de Acosta Ñu, y la califica como un ‘crimen de lesa humanidad’.

«El 16 de agosto fue el Día del Niño en Paraguay, y no fue un día de fiesta –comenzó explicando el historiador-, porque en el año 1869, casi al final de la trágica guerra de la Triple Alianza se produjo la batalla que fue reconocida muchos años después, en agosto 1954, cuando el presidente argentino Juan Domingo Perón, entregó en Asunción, al presidente paraguayo, los trofeos que habían conquistado las fuerzas al mando del General Mitre (…)».

«En ese criminal combate -continuó diciendo– se enfrentaron dos fuerzas completamente visibles, es decir ya estaba sobre el final de la guerra de la Triple Alianza y el Paraguay estaba prácticamente desangrado, es decir ya no le quedaba tropas, no tenía hombres, se había masacrado a casi todos. El Paraguay había sido sacrificado en nombre de una ‘libertad’».

A propósito Lentino hizo referencia a los antecedentes históricos donde la Argentina tuvo mucho que ver “hay dos historias, una la oficial que se cuenta, y la verdadera historia –señaló-, se puede diferenciar una historia de la otra y acceder a la verdad histórica a través de los escritos de los actores de aquellos momentos». “Hay documentación –afirmó– que certifica cuál fue la actuación de cada uno de aquellos hombres que construyeron la historia del país, una historia que se construyó a costa de falsedades. Nos sorprendemos con algunas que parecen evidentes y sencillas, sin embargo cuesta llegar a la verdad porque hay muchos intereses creados».

«Lo que hoy llamamos factores de poder, medios de comunicación ya existían en aquel momento –destacó-porque Mitre escribió su historia oficial y también tenía además de los libros, un diario para llegar al público y para convencer a los hombres y mujeres de cuál era la historia idealizada por ellos para dominar al país».

-Ese día 16 de agosto de 1869 se enfrentaron dos fuerzas disímiles ¿Cómo eran?

«Disímiles en número, -aclaró el historiador-. En Acosta Ñu hay 3 500 defensores, de los cuales solamente 600 aproximadamente eran hombres que ya venían vencidos de cantidad de combates y la mayoría eran criaturas a los que se les ponía barba postiza y bigotes y muchas mujeres también, las madres de esos chicos estaban también en el combate. Pero cuando se dan cuenta de la masacre que estaba haciendo el Marqués que era el cuñado del emperador del Brasil, en lugar de atender los heridos, ordena incendiar los campos, y se considera la batalla de Acosta Ñu, un crimen de guerra de lesa humanidad, por eso se le recuerda el día de los niños guerreros, que pusieron el pecho a las balas, de los niños que estaban allí para defender su territorio, lo que ellos consideraban que debía defenderse, su cultura, sus tradiciones, su tierra».

«Esto se pagó muy duro. Es muy difícil para alguien que está en el poder, dominar el instinto de resistir pelear hasta la última consecuencia, hemos tenido varias demostraciones en el país. Por ejemplo tuvimos a San Martín que prefirió retirarse al ostracismo en Europa antes de desenvainar su espada en una lucha fratricida. Lo tenemos a Juan Manuel de Rosas que en vez de refugiarse dentro de la CABA y resistir las fuerzas combinadas por el traidor de Urquiza que el mismo Rosas había armado para ir a pelear contra el Brasil, el comandante en jefe de las tropas argentinas, en vez de ir a pelear contra las fuerzas brasileñas se alió con el enemigo y vinieron a destronar a Juan M. de Rosas».

«Rosas sabiendo que iba a ser vencido porque tenía el mismo número de hombres que tenía Urquiza, se retiró del país, tomó el barco y se fue a Europa, y a pesar de habérsele ofrecido el retorno no volvió».

«El único que también cuando bombardearon una ciudad abierta como Buenos Aires y después estaban dispuestos a volverlo a bombardear desde la Marina, porque el bombardeo que hubo acá en el ‘55 fueron aviones de la Marina y de la Fuerza Aérea, pero tres meses después, el 16 de septiembre estaban los barcos que bombardearon la destilería de Mar del Plata y estaba dispuesta a bombardear a la Ciudad de La Plata, y con los cañones de los barcos a la CABA, y se retira».

«Lo recuerdo porque yo tenía en ese entonces 12 años y en el verano siguiente fuimos a Mar del Plata, y daba pena y terror ver cómo habían quedado destrozados los tanques en que depositaban el combustible en Mar del Plata. Y el almirante Rojas estaba dispuesto a bombardear Buenos Aires; hay que tener firmeza de carácter y pensar en los pueblos» -recordó el historiador parafraseando a Perón-.

«La realidad es que se hubiera sumido en un baño de sangre a la República argentina, como ocurrió en otros países sudamericanos, tenemos recuerdos de grades patriotas que resistieron como Sandino».

«En el ‘56 –continuó narrando– el General Juan José Valle intentó una sublevación a través del Movimiento de recuperación nacional del cual tengo el honor de ser el presidente en la actualidad –destacó-, intentó un levantamiento contra la “Revolución libertadora” y así terminamos , con civiles muertos por la espalda en los basurales de José León Suárez, los fusilamientos en Campo de Mayo, en la calle Las Heras, el del mismo Juan José Valle a pesar de la promesa de su compadre de que se entregara que no lo iban a fusilar. Valle se entrega y es fusilado».

«Esto demuestra a través de la historia que se cometen graves errores y esto demoró la vuelta de Perón, la “Revolución libertadora” lo que necesitaba era hacer un baño de sangre que Perón no permitió en el ’55 y cuando se enteraron que Valle y sus camaradas se estaban levantando, dejaron que avance ese conato de revolución y antes de que comience ya los estaban capturando y ordenando su fusilamiento que había sido pre redactado».

«En Acosta Ñu el gobernante paraguayo en aquel momento -Francisco Solano López- encontró con que él se creía que el poderío paraguayo de aquel momento que era potencia industrial y económica, se debía a su habilidad como jefe de estado, y esto lo he discutido con algunos historiadores paraguayos. El hecho de que Paraguay creciera se debió a ciertos aspectos que estaban aislados y tenían que fabricar todo y se empezó a llenar de fábricas, ferrocarriles propios, acerías, cables telegráficos, pero el que aguantó eso en aquella época era Juan Manuel de Rosas, después en 1845 en Vuelta de Obligado y en todo lo que se denominó la guerra del Paraná».

«El que hizo el desgaste fue Juan M. de Rosas en 1852, lo echan, se va del país para evitar el baño de sangre, y pocos años después allá van al mal ejemplo que se estaba gestando que era la República del Paraguay».

«A Rosas los paraguayos lo tienen entre ojos porque dicen que nunca le reconoció la independencia del Paraguay. El nunca reconoció la independencia de ninguna de las naciones del virreinato del Río de La Plata –precisó-, tenían que estar unidas».

«La lucha de San Martín fue la unificación de lo que fue el virreinato del Rio de La Plata, para ser una potencia en A,. del Sur, así como en EE.UU. de Norteamérica se unificaron 13 colonias y conformaron un territorio que imperialmente empezó a crecer a costilla de Méjico, de España, etc. Precisamente la grandeza de las naciones es porque tienen gran territorio, riqueza y gran población para defender esas riquezas para beneficio de su propio pueblo» -resumió Lentino-.

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