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NORBERTO GALASSO: Evita en el recuerdo del Padre confesor.

Por Gabriel Russo.

El paso a la inmortalidad de Evita un día como hoy, hace 69 años, convoca para el homenaje por Comunas al destacado intelectual argentino Norberto Galasso, historiado, periodista, y militante de larga data. Galasso comparte anécdotas que le contó un gran amigo, el Padre confesor de Evita, Hernán Benítez, y que resaltan el extraordinario humanismo de la mujer que fuera tanta amada como odiada en la Argentina.

Al pedirle que narre algunas anécdotas poco conocidas sobre la vida y obra de Eva Perón, Galasso accedió recordando:

“Lo que ha ocurrido conmigo es que soy del 36’ –aclaró-, y cuando murió Evita yo tenía 16 años en una familia donde salvo mi viejo que tenía simpatía por el peronismo, el resto eran todos radicales. Así que ni siquiera la pude ver de lejos a Evita, como sí a Perón».

No obstante Galasso señaló: “Tuve la suerte de estrechar fuertes lazos de amistad con el Padre Hernán Benítez, que fue el confesor de Evita –remarcó-. Lo tenían marcado porque decían que él le había sugerido los discursos de Evita en España y ya lo seguían, y después le prohibieron dar misas, estaba a unas cuadras de la Panamericana y empecé a ir de vez en cuando».

“El padre contaba con mucho fervor, por ejemplo, que él como asesor de la Fundación Evita, la acompañaba a todos lados y sabía cómo se quedaba ella hasta altas horas de la madrugada contestando cartas y la importancia que le otorgaba a esas misivas. Me contaba de una carta de un pibito narrándole las aventuras y la lucha del padre y la madre para ir sobreviviendo y darle posibilidades de ir al colegio, y Evita lo ayudó de inmediato».

“Me decía el Padre que como sacerdote fue al colegio de Villa Devoto donde lo capacitaban en la solidaridad, pero que él aprendió eso acompañando a Evita, y que una vez fueron a llevar medicamentos a un enfermo y Evita entró a la habitación del hombre con llagas se le acercó le dio un beso y dejó los medicamentos en la mesita de luz; estuvo hablando con él un rato dándole ánimo». “Yo, Pastor de Cristo, hombre formado en la Iglesia, me quedaba en la puerta”, confesó el Padre porque tenía miedo de contagiarse. Evita le dio una reprimenda tremenda diciéndole: ¡Usted qué clase de cristiano es, dónde aprendió la solidaridad, la fraternidad, en qué colegio le enseñaron sus amigos, los curas y obispos lo que es ser un verdadero cristiano!»

“Así dejaba claro el concepto de Evita contra las acciones de beneficencia de las viejas oligarcas que tomaban pantalones viejos del marido y los regalaban a los padres».

“El Padre tenía una devoción tremenda por Evita -continuó narrando Galasso-, y contaba también que la acompañaba en el auto a hacer determinadas visitas, en aquella época había en las esquinas garitas con vigilantes». “Cuando el auto avanzó casi hasta la esquina el policía levantó los brazos y paramos justo en la puerta de un Banco donde había una viejita acurrucada llorando Evita abrió la puerta y salió, a pesar del peligro. El padre escuchó que la señora le decía a Evita que era tercera vez que acudía al banco y no estaba en la lista para cobrar. Y Evita, que eran tan querida como odiada, invitó a la mujer a que la siga, se plantó en medio del salón del Banco y mirando a todos los cajeros/as y funcionarios con fuerte voz dijo: ¡Quisiera saber inmediatamente quien es el HdP que le dijo a esta que señora y no cobra la pensión de su jubilación. Inmediatamente entre temblores salió el gerente y bueno, la señora cobró su jubilación ese día».

– Al pedirle a Galasso, quien fue el biógrafo de Jauretche, detalles también sobre la relación que este tenía con Evita, y la historia que tuvo ella en España con una militante del Partido Comunista, apuntó.

“Ella intervino porque los comunistas después de la guerra civil tras la dictadura instaurada por Franco, igualmente tenían su acción militante contra el gobierno con el propósito de desplazar a la dictadura fascista que se había implantado, en una de esas detuvieron a una militante del partido. Franco decidió inmediatamente el fusilamiento, y estando Evita en España se enteró del hecho tomó nota y le planteó a Franco directamente que ella se convertía en defensora de esa mujer que estaba luchando por sus ideas. Así evitó el fusilamiento de esa militante del partido comunista español. Esto se publicó luego acá en la Argentina. Ese espíritu fraternal que ella tenía, iba por sobre las diferencias, más allá de que fue castigada terriblemente. Evita tenía bien claro su concepción de lo que era la oligarquía argentina y el fascismo español” -evaluó Galasso-.

Jauretche y Evita

“Jauretche, decía medio en serio y medio en broma, que Evita desconfió de los intelectuales y tenía toda la razón del mundo, decía, porque el mundo intelectual fue el oficial, de Borges, etc., que hicieron un cuento horrible sobre el peronismo y Jauretche tenía gran admiración por Evita pero a veces había ciertos desencuentros con Mercante, sobre el tema de las elecciones». “Tenía gran respeto por Evita y siendo presidente del Banco Provincia Evita le manda una recomendada para que le otorgaran un crédito, y se ve que no había aval y le dijo “la señora no tiene condiciones para que se otorgue ese crédito”, y ella contestó, “por eso mismo se la mandé a usted porque sé que no es un alcahuete y dirá si corresponde o no, y le agradezco la actitud que ha tomado que es la que presumía que iba a tomar en función del cargo que ejerce y no de ‘lame calcetines’ como los que tengo alrededor…”.

“Jauretche contaba eso con admiración por Evita Perón, e insistía en las tres dificultades que tuvo ella desde su nacimiento: ser hija extramatrimonial, mujer y pobre. Y decía que en los tres campos ella luchó, por la mujer, por el voto, por el ascenso social de la mujer que trabajase y se hiciera sindicalista y adquiera derechos a la par del hombre, y luchó también por reconocimiento que después hizo el peronismo a los hijos extramatrimoniales” –concluyó Galasso-.

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