El fenómeno “hater” que nos envenena.

Por Margarita Pécora B. –
¿Habían escuchado hablar de los “haters”-, ese fenómeno o figura nueva que se expande como un virus por las redes sociales y que traducida al castellano significa “odiadores”.
Pues sepan que, lamentablemente, conforme avanza por el mundo la batalla ‘a camisa quitada’ contra la pandemia que ya levantó una quinta ola de la variante Delta en España y tiene a los catalanes con los hospitales colapsados, surgen figuras nuevas y muy dañinas, remando contra la corriente para impedir medidas sanitarias armónicas a nivel global, que le cierren definitivamente el paso al Coronavirus.
Estos individuos no están solamente en las redes sociales donde usan un perfil falso en la mayoría de los casos, también están en los Medios de Prensa donde manejan todo tipo de herramientas para destilar odio hacia las autoridades sanitarias que en determinados países hoy exigen vacunarse y portar un documento que acredite a las personas para poder viajar a otros destinos, o entrar a lugares de gran concentración de público, como estadios deportivos, plazas escenarios de recitales o clubes y discotecas.
Estos envenenadores de públicos, no están solo en Europa donde desatan por las redes su odio a las vacunas y las mascarillas alegando que los gobiernos le ponen límites a la libertad individual; ellos están diseminados por todo el mundo, incluso en Estados Unidos y también en la Argentina.
El «hater» como típico odiador se ha especializado en divulgar comentarios y comportamientos negativos y críticos que agreden no solo a una persona determinada que escogen como víctima por pensar diferente, lo más grave es que construyen simbólicamente un discurso de alcance masivo, que se vincula con el actuar de la derecha , esa que apela a equiparar las medidas de cuidados sanitarios, con la dictadura y las restricciones a la libertad individual. Como si no supiéramos que la negación de la realidad o la defensa de una falsa libertad ilimitada, son producciones simbólicas que el neoliberalismo necesita para sostener las inequidades que genera y que se agudizaron con la pandemia.
Hemos visto en la Argentina, que desde los medios de comunicación al servicio de la coalición opositora de Juntos por el Cambio, con el marcado propósito de denigrar al oficialismo de cara a las ya próximas elecciones, han instalando un discurso pautado, sobre presunto mal manejo de la pandemia por parte del gobierno nacional, apuntando a falta de vacunas, o poniendo en entre dicho las gestiones realizadas por el Ministerio de Salud para adquirirlas; lo mismo que las diatribas usadas contra la figura del presidente de la nación que clasifican como violencia simbólica-, tildándolo de ‘dictador’ por las medidas de cierre o restricción que ha ordenado para cortar el paso a la pandemia.
Los odiadores saben que el COVID-19 no diferencia, no le importa quiénes somos, dónde vivimos, en qué creemos, ni a qué clase social pertenecemos, sin embargo los «heters» siguen desatando una oleada de odio y xenofobia, buscando chivos expiatorios y fomentando el miedo porque son extremistas y tratan de aprovecharse de un público cautivo y potencialmente desesperado por dejar atrás el confinamiento y llegar a la normalidad.
Los odiadores solo consiguen retrasar la llegada de la pospandemia, destilando odio contra todas las banderas; contra los periodistas, los denunciantes de irregularidades, los profesionales de la salud, los trabajadores humanitarios y los defensores de los derechos humanos que también en varias partes del mundo están siendo atacados por el simple hecho de hacer su trabajo.
Del mismo modo que luchamos contra los anticuarentena y antivacunas, debemos actuar ahora para fortalecer la inmunidad de la sociedad contra los odiadores. No hay que escatimar esfuerzos para erradicar el discurso del odio, exponiendo con claridad los argumentos en contra de las falacias que propalan. Es el mejor modo de darles una lección de decoro y decencia.




