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Opinión

LA CIFRA NO DESEADA

Por Carlos Galli.

Presidente, en un reportaje dado a Jorge Fontevecchia, expresó: «Prefiero tener diez por ciento más de pobres, que CIEN MIL MUERTOS».

Lamentable Presidente, se cumplieron las dos cosas.

También dijo: “De la economía se vuelve, de la muerte no”.

En esto, solo tuvo una verdad. La economía está quebrada. Los comercios cierran. Las Pymes bajan sus persianas. El cuentapropista casi no puede ir a laburar. Miles de personas viviendo en las calles, esperando la limosna del prójimo. Millones de planes sociales, que nos les alcanza a los jefes y jefas de familia, que no llegan a comer dos veces al día.

Cien mil familias que lloran a sus seres queridos. Cien mil espacios vacíos. Cien mil seres humanos que han partido para siempre. Cien mil personas que ya no verán nunca más la luz del sol, ni las estrellas. Cien mil almas, que ruego a DIOS, los haya recibido en su Santa Gloria. Cien mil muertos y ningún PERDÓN.

Hombres, mujeres y adolescentes, que extrañaremos y llevaremos en el corazón. Perdimos amigos y familiares, a los cuales ni siquiera pudimos despedirlos y darles el último adiós.

Los fallecidos no son una fría estadística. No son números, eran seres vivientes, que tenían ilusiones, esperanzas, sueños, pero esta maldita pandemia les robó todas esas esperanzas, todas esas ilusiones y todos esos sueños.

Presidente, ¿Siente algo de culpa? Un mínimo de humildad para pedir PERDÓN. Todavía está a tiempo de hacerlo, si su soberbia se lo permite.

Se que esta nota de opinión puede molestar a muchos. Pero ocurre que como cristiano, me duele la muerte, me duele el dolor de los demás. Me angustia la angustia. Me entristece la tristeza y he aprendido a pedir perdón y también a perdonar. No tengo rencor con aquellos que en mi juventud me secuestraron y torturaron. Aunque si tengo memoria.

Jesús perdonó a los que lo estaban crucificando. Y usted Presidente que es un simple mortal, con una estúpida cuota de poder, no puede pedir PERDÓN a esas cien mil familias, que siguen llorando a sus muertos.

Seguramente NO se siente responsable de como manejó la maldita pandemia. Tal vez crea que hizo todo lo posible y lo imposible en el tema sanitario. Si es así, está equivocado Presidente. Cuando todo empezó, nos dijo que el virus se curaba tomando bebidas calientes. Tan sólo repitió, sin sonrojarse, lo que en ese momento expresó OMS. Claro que no me sorprende, si usted eligió a un ministro que le preocupaba el dengue y NO el COVID.

Me fui del tema central, pero no pude ni quise evitarlo.

Solamente me pregunto ¿Cuándo va pedir PERDÓN, señor Presidente?

¿O cree que no es necesario?, porque tal vez piensa que hizo todo bien.

Conociendo su tibieza, dudo que pida perdón.

Usted presidente, ¿Sabe qué pasa con los tibios? DIOS los vomitara de su boca. ¿No tiene temor que eso le ocurra? Es sólo una pregunta.

Hoy está más preocupado por Cuba que por los cien mil muertos. Está más atrapado en las próximas elecciones que en la pandemia. Y no lo culpo, en definitiva, no deja de ser un político más.

Mientras usted piensa si va pedir perdón a los familiares y a la sociedad, yo tan sólo como cristiano militante y predicador del Evangelio, expreso solamente cuatro palabras: “QUE DIOS LO PERDONE”.

Y espero que no olvide, que juro por ÉL y por la Patria.

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