NO HAY MAS SORDOS QUE AQUELLOS QUE NO QUIEREN OÍR

Por Carlos Galli.
La Coalición que nos gobierna, está actuando con una mayúscula sordera. El pueblo habla, también tiene derechos. Pide dignidad, y no la tiene. Exige trabajo y le dan planes. Ruega por vacunas, y le dicen que espere. Lo que no quiere entender la Coalición, es que aquellos que esperan, desesperan.
Con la oposición ocurre algo similar, pero el pueblo no espera nada de la derecha enquistada en la Ciudad de Buenos Aires y en algunas provincias amarillas.
Hace muchísimos años que hemos dejado de comer vidrio. Sabemos quién es quién en todo el abanico político. Hay que entender que, aunque está claro, no gobierna el PERONISMO.
Lo disfracen como quieran, la coalición es como el tango del enorme Discépolo, La Biblia junto al calefón. Juntos en la vidriera de los cambalaches, el pueblo ve pasar la vida.
No busquen la quinta pata del gato. En la coalición, el peronismo brilla casi por su ausencia. Escasea, está faltando doctrina, justicia social, falta un buen sistema de salud y educación popular.
Es una mezcla de agua y aceite. Es una enorme nube gris, parece un cielo con muchos nubarrones que, generalmente, pronostica tempestades y tormentas.
Se vienen elecciones. Las PASO y las de medio término. Ambas universales y obligatorias. La cruel pandemia, no pudo impedir las ambiciones desmedidas de todas y todos los dirigentes, no tuvieron miramientos, solo las postergaron por unos meses. En ese momento, se acordaron y se refugiaron en la Constitución Nacional, tanta veces olvidada.
La democracia y el Estado de Derecho, es el modelo que menos daña a los ciudadanos, aunque de todas maneras, no siempre Iguala, y si lo hace iguala para abajo.
Los políticos, son siempre una casta con enormes privilegios. Laburan muy poco. Dan quórum, si les conviene. Votan leyes que casi nunca llegan al pueblo. Y si llegan, la mayoría de las veces es tarde. DEMOCRACIA, sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho de ese pueblo, a elegir y controlar a sus gobernantes. Esto es lo que dice el diccionario. La realidad es otra. Podemos elegir, SI. Podemos controlar, NO. De ninguna manera, se protegen entre ellos. No importa si están en veredas diferentes, o si ideológicamente son el día y la noche. Cuando algunos «extraños» quieren tocarlos, entonces se juntan y se defienden entre ellos. Son ovejas, disfrazados de corderos. Son como zorros en un gallinero. Son como una serpiente en el Edén. Son intocables, y no se dan cuenta que son solamente mortales, con una dosis de poder, que felizmente, tiene fecha de vencimiento.
‘No hay peor sordo que el que no quiere oír’, expresa un dicho popular. Cómo tampoco ‘no hay peor ciego que el que no quiere ver’. Y la enorme mayoría de los dirigentes, no quieren escuchar y tampoco quieren ver. Les importa un bledo el pueblo. Pretenden usarnos unos días antes de las elecciones, y lo lamentable y más triste es que lo logran. La gente le sigue dando oportunidades. Siguen creyendo. Siguen teniendo esperanzas de que los políticos les den una mejor calidad de vida, más digna y que merezca ser vivida.
Los ciudadanos tenemos sueños. Los dirigentes los transforman en verdaderas pesadillas.
Quitando honrosas excepciones, como toda regla, los politiqueros gerencian la pobreza. Deben amar a los pobres e indigentes, porque cada vez, hay más. Lo expreso con dolor, porque milité en el campo popular, y me enseñaron otra cosa. Mirar y oír a los demás, y ayudarlos en sus necesidades. Porque aprendí que dónde hay una necesidad, hay un derecho.
Me enseñaron a amar al prójimo como a mí mismo. Me enseñaron que las revoluciones sociales, se hacen con tiempo o con sangre. Y me educaron con tanta sabiduría, que aprendí que si no existe justicia para el pueblo, que no haya paz para los gobernantes.
Y finalizo como empecé. ‘No hay peor sordo que el que no quiere oír. Y no hay peor ciego, que el que no quiere ver’.




