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Opinión

BASTA PRESIDENTE.

Por Carlos Galli.

Doctor Alberto Fernández, Presidente de la República Argentina, que usted grite no significa que tiene la razón, verdad absoluta y revelada. Muy por el contrario, el que grita –generalmente– está equivocado.

Primero su dedo índice acusador, y ahora vocifera en altavoz y a los gritos, que aparecen aullidos, retando a una sociedad que en el noventa por ciento de los casos, respeto SUS ENCIERROS, SUS ARBITRARIEDADES, y pérdida de las libertades individuales.

Mientras el pueblo clama por vacunas, usted grita y se hace el irónico hablando del veneno y su antídoto.

Vamos Presidente, el pueblo al que dice cuidar, se puede cansar de sus actitudes de Primer Magistrado. Cordura Presidente. Serenidad y altura que lo identifique como un líder, que todavía no lo es. Lejos está de serlo.

Entiendo que una pandemia mundial, ha quebrantado su espíritu y que le es difícil gobernar en una tragedia. Pero los grandes hombres y líderes políticos, se forjaron en hambrunas, pestes, epidemias. Y jamás castigaron a sus pueblos con acusaciones o gritos de impotencia. Y se equivocó, es de valientes admitirlo. Solo los cobardes no admiten sus errores. Pida disculpas a todos y todas. A los que lo votaron para dirigir los destinos de este país golpeado y empobrecido, y a los que no lo hicieron también.

Si se siente abatido, si cree que no le da el cuero, de un paso al costado. No sea tan engreído con su mirada amenazante y su dedo índice como cómplice. El pueblo nada tiene que agradecerle. Es su obligación velar por la salud de la ciudadanía. No está haciendo nada extraordinario, solo está haciendo –y mal– lo que le corresponde como Jefe de Estado. Usted no es el Mártir, ni la víctima. Víctimas son las noventa mil almas que han partido. Familias destruidas, por tanto dolor y lágrimas derramadas. Tenga una pisca de autocrítica. Sea más benigno con el pueblo al que pertenezco. Denos esperanzas, ilusiones, pero por favor, ya no nos grite más. Tenga la templanza de los prohombres, que nos enseñaron a pedir perdón, o al menos disculpas. No es omnipotente Presidente, usted es un mortal con una minúscula y estúpida cuota de poder, que tiene fecha de vencimiento.

Si cree que gritando tiene la razón, se equivoca de cabo a rabo. Acepte los consejos de los más sabios, y haga oídos sordos a las palabras necias. Porque si las escucha, vengan de donde vengan, se transformará en un necio más.

Los gritos amenazantes no lo conducen a ningún lado. Culpando a la sociedad de todos los males, tampoco.

Le tocó y nos toca, la etapa más difícil para los seres humanos, convivir con un enemigo invisible y poderoso. No sea tan soberbio y pida ayuda a DIOS, de la forma en la que usted crea. No dude que ÉL lo va escuchar. Pida desde el corazón, no con ruegos retóricos. No soy un místico, solamente un creyente practicante que solo intenta brindarle una posibilidad, pruebe con humildad, inclinarse ante el SEÑOR para que lo ayude. Presidente, gritando y enojado no va a conseguir absolutamente nada.

Y le recuerdo una vez más, los que gritan –generalmente-, nunca tiene la verdad.

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