Cumbre Biden-Putin: Una caricia a la rivalidad

Por Margarita Pécora –
Si tuviera que evaluar lo que fue la Cumbre entre Joe Biden – y Vladimir Putin, diría simbólicamente hablando, que fue una caricia a la rivalidad.
Muy lejos del clima hostil que se preanunciaba dominaría el diálogo entre el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el de Rusia, Vladímir
Putin que se realizó este miércoles en Ginebra (Suiza); ambos mandatarios se condujeron muy serenos, no digo cordiales porque ya sería exagerar.
El lenguaje corporal, esto que llaman comunicación no verbal-, dejó ver a un Joe Biden orgulloso y arrogante, competitivo y preparado para discutir; por la forma de sentarse con las piernas cruzadas, nada fuera de lo común tratándose de la estirpe del típico estadounidense; mientras Vladimir Putin , sentado con ambas piernas apoyadas en el sillón, asentía con la cabeza de manera constante, comunicando interés y acuerdo a lo que le iba diciendo Biden, aunque confieso que, conociendo la grave acusación de “asesino”, que el mandatario ruso recibió de su interlocutor, esperaba que sus pies se movieran en señal de irritación o ansiedad por tener de frente a su agresor verbal.
Por suerte para el mundo- ambos gobernantes sacaron a relucir lo mejor del arte de la diplomacia y llegaron a acuerdos como el retorno de los embajadores que fueron expulsados de los respectivos países y ya podrán volver a Moscú y Washington respectivamente. Recordemos que Washington obligó a Moscú a cerrar los consulados de Seattle y San Francisco, acusados de espionaje, así como la misión comercial en la capital estadounidense, a raíz de la presunta injerencia rusa de 2016. En respuesta, también el Kremlin, forzó el cierre de otras sedes diplomáticas de Estados Unidos en Rusia.
Más allá del gusto a poco que dejó el encuentro en algunos observadores, la reunión marcó un avance, si tenemos en cuenta que era una sombra en las relaciones de Estados Unidos con Rusia, la acusación emanada de un informe del servicio de inteligencia de Estados Unidos que sugiere que Putin autorizó una campaña para interferir en las elecciones presidenciales de EE.UU. que llevaron al poder al republicano Donald Trump. No será una cuenta saldada, pero en honor a la cordialidad de las relaciones bilaterales, se le dejó de lado, al menos en este momento.
No olvidemos que Biden llegó a esta cumbre diciendo que Putin debía ‘pagar caro’ por esa presunta intervención, mientras que el ruso con la serenidad que le conocemos, abogaba por conseguir en esa conservación con Biden, la normalización de las relaciones, en lo cual parece haber dado un paso de avance en un contexto en el que la relación entre Rusia y Estados Unidos, están en su peor momento desde la caída de la antigua URSS, en medio de una escalada de sanciones y expulsiones de diplomáticos, los ciberataques y la represión a los opositores en Rusia, con el arresto de Alexéi Navalni como símbolo.
Sin embargo todo desbocó en una mejora de las relaciones, al punto de que algunos afirman que Biden y Putin protagonizaron un deshielo de las relaciones en una cumbre “sin hostilidad”.
En la rueda de prensa, Putin califico la jornada de “constructiva”, y aseguró que no había habido “ninguna hostilidad, al contrario” califico a Biden de “equilibrado”, “profesional”, “muy experimentado” y dijo que el estadounidense, le habló mucho de su familia y de su madre, lo cual “habla del nivel de su moral”.
Después de todo, nos alegramos porque la voluntad de diálogo entre los líderes de estos dos países, ayuda a restar tensión política de gran escala, a la tragedia de la pandemia que angustia a la población mundial, donde nos tiene que encontrar a todos, poniendo a un lado los odios para salvar a la humanidad de algo más letal que los ciberataques o la supremacía comercial de algún estado sobre otro.




