Expectación por el cara a cara entre Biden y Putin.

Por Margarita Pécora. –
La Cumbre del G7 ha sido la vedette de la agenda informativa internacional por estos días, y Joe Biden vs. China y Putin, su principal protagonista.
No se puede decir que lo que acontece hoy en el llamado primer mundo, sea muy diferente a lo que ocurre en la Argentina. Acá, las agendas mediáticas continúan atravesadas por la polémica en torno a las vacunas, más las críticas a la gestión de la pandemia por el gobierno de Alberto Fernández, y a sus desafortunados dichos sobre nuestros orígenes, donde habló de selva, indios, barcos, y por si fuera poco hasta le sumaron una felicitación al peruano Pedro Castillo al que le dio prematuro rango de presidente, aunque es evidente que venció a Keiko Fujimori. La idea obsesiva de la oposición argentina en clave electoral, es dispararle al presidente con municiones de grueso calibre buscando ensanchar más aún la grieta.
Y cuando digo que no es muy diferente el temario nuestro, al que domina la agenda en otras latitudes, es porque también de pandemia, de vacunas que sobran, que faltan y que hay que donar a países pobres, se ha hablado en la magna reunión de los líderes de siete de las economías más importantes del mundo – el G7-, que integran Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Alemana, Francia, Italia y Japón) . El escenario fue Inglaterra y el anfitrión el premier británico Boris Johnson. La agenda ha estado salpicada de rivalidades entre gobernantes y economías que se desafían mutuamente, conformando un triángulo belicoso entre Estados Unidos vs. China y vs. Rusia.
Biden discursa y confunde a Siria con Libia al hablar de Rusia y crea un lapsus vergonzoso, lo mismo que al intentar ser amable con la reina Isabel II cuando le dijo “me recuerda a mi madre”, mientras tomaban un té en el Castillo de Windsor, al oeste de Londres. De estas pinceladas desafortunadas está impregnado el primer viaje del mandatario estadounidense por Europa.
En la cumbre , amén de los ajustes de cuenta en el terreno político, sobresale el accionar multilateral en el plano sanitario de los líderes de las siete potencias, quienes prometieron donar mil millones de vacunas contra la Covid-19 a otros países de menos recursos. En tal sentido ya firmaron una declaración «histórica» para prevenir futuras pandemias, reducir la huella de carbono y contrarrestar la influencia de China en el mundo, a través de un ambicioso plan de financiamiento destinado a países menos desarrollados. Se sabe que Estados Unidos se comprometió a donar 500 millones de dosis de Pfizer/BioNTech y el Reino Unido 100 millones de vacunas excedentes, pero esta cifra aún es insuficiente para erradicar una pandemia que ya mató a 3,7 millones de personas.
El premier británico Boris Johnson, no ha sido quien ha acaparado la atención del G7, sino Joe Biden, que se propuso con este, su primer viaje a Europa como presidente electo de los Estados Unidos de Norteamérica, levantar una campaña entre los gobernantes miembros del Grupo, para castigar a China, y también ajustar las cuentas al mandatario ruso Vladimir Putin, con quien se reunirá este miércoles en Bruselas.
Biden no solo ha dicho que Estados Unidos está de vuelta en la mesa de negociaciones, sino que está dispuesto a hablar “a lo cortito” con Putin, varios asuntos sobre los cuales dijo que no hará ningún comentario a la prensa. Ya Biden está en Bruselas esperando al ruso a quien acusó recientemente de “asesino” logrando tensar la relación entre Washington y Moscú, porque Putin no se quedó callado y le contestó que “hace falta ser uno para reconocer a otro”.
¿Qué es lo que continúa ensombreciendo las relaciones con Rusia?, pues nada menos que una vieja cuenta emanada de un informe del servicio de inteligencia de Estados Unidos que sugiere que Putin autorizó una campaña para interferir en las elecciones presidenciales de EE.UU. que llevaron al poder al republicano Donald Trump.
Biden insiste en que Putin ‘pague caro’ por esa presunta intervención, mientras que el ruso con la serenidad que le conocemos, aboga por conseguir en esa conservación con Biden, la normalización de las relaciones.
En cuanto a China, Biden dijo que está satisfecho sobre las medidas que consiguió en el G7 para obligar al gigante asiático que actúe responsablemente en DD.HH y transparencia. El comunicado final de la Cumbre pide a China un informe sobre el origen real de esta pandemia.
La exitosa Ruta de la Seda que impulsa China y que ha ayudado a financiar trenes, carreteras y puertos en muchos países, ha levantado ronchas a Estados Unidos que generó un plan denominado por Biden como Build Back Better World (B3W) , es decir, reconstruir un mundo mejor, respaldado por una alternativa de mayor calidad al programa chino. Lo malo es que la Ruta de la Seda ya ha extendido su larga cola de dragón, por diversos confines del planeta, a los que tal vez Estados Unidos, pueda llegar, pero no es muy seguro que sea bien recibido.




