Tambores de guerra y pases de factura.

Por Margarita Pécora B.
La Humanidad está atravesando momentos de tensión pocas veces vistos. Desde que arrancó este año, de forma paralela a la tragedia de la pandemia que ha puesto de rodillas a la economía global, han surgido endemoniados ataques político-mediáticos a los gobiernos que intentan aplicar el confinamiento contra al avance de la enfermedad, a pesar de que es la única receta conocida desde tiempos inmemoriales contra semejante desastre.
A ello se han sumado conflictos armados que se renuevan, amenazas terroristas, intentos destituyentes, elecciones amañadas, descomunales represiones policiales, tragedias migratorias, vuelos desviados de sus rutas, y por si fuera poco, hasta sufrimos la amenaza de la posible caída en tierra de los restos de un cohete espacial que giraba sin control.
El escenario mundial apenas había tomado un respiro de la inquietante elección presidencial en EE.UU. que puso fin a la tóxica gestión de un presidente que negó la pandemia desde el comienzo, cuando de repente se reabrió el conflicto, irrenconciliable por cierto, entre Israel y Palestina por el reclamo eterno –de este último por su territorio-, aventura en la que Hamás- tildada de terrorista-, demostró su poder de fuego, e Israel le respondió implacable, sembrando de muerte nuevamente esa franja de tierra árabe.
Como tantas veces desde que estalló el conflicto, llegó el cese del fuego, pero no la solución al reclamo que se debe resolver -Alá mediante, de manera satisfactoria y definitiva para ambas partes. De no ser así, en el momento menos pensado sonarán de nuevo los tambores de guerra, y las sirenas anunciando el reinicio de acciones bélicas.
La falta de sensatez y pérdida del sentido común, unido a la soberbia de quienes tienen que conducir los destinos de los pueblos, están haciendo que este año resulte más agónico para las personas de lo que se supone. Cuando el mundo espera que los gobernantes se unan en un esfuerzo común para derrotar a la pandemia, aparecen los que accionan de manera irresponsable en sentido totalmente opuesto, negando la pandemia, descalificando la medida del confinamiento masivo y manipulando con sutiles protestas callejeras, el sufrimiento de millones de personas obligadas a guardarse y sucumbir en crisis económica, a cambio de preservar lo más valioso que es la vida.
Paradojas de la vida, pero este miércoles mientras un programa televisivo argentino cedía sus cámaras a la periodista Viviana Canosa para que presione al ministro Sergio Berni a admitir que ha sido “mala” la gestión de la pandemia por parte del presidente Alberto Fernández por haber mantenido la cuarentena; en otro canal de noticias el reportero en el Reino Unido establecía un contraste con la grave acusación de Dominic Cummings, el ex asesor del primer ministro británico Boris Johnson, justamente por lo contrario que ha hecho Alberto, ya que según dijo Cummings, su gobierno mintió sobre la pandemia, no adoptó desde el comienzo la estrategia de confinamiento masivo, concibió la idea de lograr la “inmunidad de grupo” vista como algo inevitable, minimizando el peligro de la contagiosa enfermedad que cobró miles de vidas evitables.
Y fue muy gráfico el ex asesor estrella de Boris Johnson cuando al cuestionar la gestión de la pandemia, reveló que el premier habría propuesto que le inyectaran el virus en vivo por televisión, para demostrar que no era algo de qué preocuparse, que la pandemia era solo una “historia de miedo”, comparándola con la “gripe porcina”.
El negacionismo de la Covid-19 ya es considerada como la creencia de que la enfermedad infecciosa y su gravedad no es real, ha invadido a ciertos segmentos de la sociedad que también cubren de dudas la efectividad de las vacunas, y hasta han salido a manifestarse exigiendo “libertad”. Pero las cifras de contagiados y muertos les ha empujado a ocupar la vereda de los que hoy reclaman ser los primeros en vacunarse.
En medio del fragor de este combate por la vida, ya están llegando los pases de factura a los gobernantes que han actuado de manera irresponsable y carente de sentido común.
Cuando se escriba la historia de este período trágico de la Humanidad, no deberán olvidarse los nombres de Donald Trump, Jair Bolsonaro, y Boris Jhonson, y si quieren, pueden agregarle algunos famosos de los medios como la Canosa, o del arte como el cantante español Miguel Bosé quien declaró que la pandemia “fue la gran mentira de los gobiernos y una estrategia de Bill Gates para inyectar microchips a la humanidad y poder controlarla por la red de telefonía 5G”. Lo archivos atesoran declaraciones con distintos niveles de demencia, que para algunos serán notas de color, para otros, los que gobiernan el mundo, serán causas por las que tendrán que responder ante las familias de los que hoy ya no están y pudieron haberse salvado.




